Cornelio era un centurión en la ciudad de Cesarea. A diferencia de muchos centuriones, él era un hombre correcto y que deseaba tener una relación cercana con Dios. A ello se sumaba una fuerte preocupación por los demás, ayudando incluso a la comunidad judía conquistada.
Mientras muchos centuriones lo hacían todo por interés, Cornelio lo hacía por amor al prójimo. E intentando cada vez tener una mejor revelación de Dios, pasaba largas jornadas de oración y ayuno.
Y estando en una de tantas de estas jornadas, sucedió lo inesperado…
Un ángel se le apareció y le dijo que Dios lo tenía en cuenta. Pero curiosamente ese no era el mensaje principal, sino que llamara a un tal Pedro, para hablar con él.
Cornelio mandó por Pedro, y a los pocos días llegó; y a la invitación de Cornelio, Pedro entró en su casa, rompiendo en el acto numerosas leyes judías. Pedro no dudó en hacerlo, pues Dios le había dicho mediante una visión que ampliara su mente, pues había cosas que para Dios no eran impuras, aunque sí lo fueran a sus ojos (y su religión).
Pedro quedó boquiabierto cuando Cornelio le contó que un ángel se le había aparecido. Y pasado el asombro, comenzó a relatarle acerca de Jesús. Pero en medio del relato, Pedro fue interrumpido. Y quedó estupefacto cuando, mirando alrededor, vio que Cornelio y toda su familia alzaban los brazos y agradecían a Dios, pues le estaban sintiendo en sus corazones. El Espíritu Santo, Dios mismo, había llegado a habitar en ellos.
En ese momento, Pedro estaba en shock, y no era para menos. Miraba lo que estaba sucediendo y era un quiebre total a lo que habían pensado él y los otros discípulos acerca del mensaje de Jesús.
Todos los cristianos hasta ese momento eran judíos, con fuerte influencia griega, pero judíos. Ahora, un no judío tenía la misma vivencia espiritual que ellos, y para peor, ¡un romano! ¡El conquistador! ¡El opresor! Delante de sus ojos estaba viviendo un éxtasis junto al Espíritu Santo.
Luego, casi por cumplir, Pedro los bautiza, como señal de incorporación al incipiente cristianismo. Pero en su corazón sabía que Dios los había incorporado mucho antes…
Yo llamo a esta historia: La transformación de Pedro…
Dios en persona deshizo toda la teología que él había conocido y le mostró la norma del nuevo camino: conexión con Dios.
Este pasaje es la evidencia más bíblica de que Dios avanza más rápido de lo que su iglesia logra entenderlo.
Y, lamentablemente, eso lleva a que muchas veces podemos estar más en una posición de estorbo a sus planes que de facilitación.
Pedro no fue un obstáculo para la obra que Dios estaba haciendo en Cornelio porque, aunque no entendía lo que sucedía, Dios le había revelado que estaba actuando en cosas más allá de su comprensión…
Jesús se los advirtió cuando estuvo con Pedro y los demás discípulos: El que no recoge conmigo, dispersa, desparrama (no me ayuda)…
¿En cuál lado quieres estar?
¿Estás recogiendo junto al Cristo?
Ingeniero y Teólogo, superviviente de cáncer. Pensador del evangelio y peregrino hacia la trascendencia de Cristo.