flock of birds flying over the sea

El costo de amar como Cristo

  1. Introducción a serie devocional
  2. Gerundios con Dios
  3. Una incomparable compasión
  4. Sobre el sufrimiento
  5. Lo que el dolor no es
  6. El cuentacuentos
  7. ¡Karl Barth, mi viejo!
  8. Solo para valientes
  9. ¿Dónde habita Cristo?
  10. Cuando el amor de Dios no tiene valor
  11. La iglesia que estorba a Cristo
  12. La foto del año 2020
  13. El Cristo agricultor
  14. Temer y creer a la vez
  15. Siguiendo esquemas y recetas
  16. Cornelio, el nuevo paradigma divino
  17. El rostro de Cristo
  18. El costo de amar como Cristo
  19. Primeros brotes
  20. La savia que da frutos
  21. ¿Muy viejo para cambiar?
  22. Recibir un futuro y una esperanza
  23. Atrapando el atardecer
  24. El templo de Dios
  25. Enfrentando la muerte
  26. Compartiendo el pan
  27. Bajo el alfarero
  28. Alzaré mis ojos hacia las montañas
  29. El carrusel
  30. A la sombra del padre
  31. Cuando no hay atajos
  32. Una charla trascendente
  33. El amor que no intimida
  34. La fe que ilumina
  35. La esperanza
  36. La paciencia de las rocas

Entre 1876-1878 el ex-esclavo Lewis Thomas Johnson fue alumno del prestigioso Charles Spurgeon, un acto tremendamente osado para su época, considerando que Gran Bretaña era centro de esclavismo.

Foto tomada de: Documenting the American South

Pero ese no fue el acto más osado de Spurgeon. Años antes, en plena guerra entre esclavistas y abolicionistas en EE.UU., Spurgeon invitó a predicar a su templo a un esclavo, pero no era cualquiera, era uno que había escapado, nada más y nada menos que de una plantación en Carolina del Sur, EE.UU.

Cuando su círculo cercano se enteró, no tardaron los consejos:

“Charles, eso no es prudente”.

“Charles, hay pastores que son dueños de esclavos, no los ofendas”.

“Charles, guardemos silencio”.

Pero quien ha leído de Spurgeon, sabe que eso no iba con su carácter y el fervor de su corazón.

Finalmente, aquel ex esclavo estadounidense fugitivo predicó un hermoso sermón y conmovió a las multitudes.

…pero las repercusiones no se hicieron esperar.

Panfletos con la cara de Spurgeon fueron quemadas por esclavistas cristianos (muy probablemente pastores) en los estados del sur de EE.UU. Pero, como si eso no fuera poco, la hoy muy conocida “funa” o “boicot”, tampoco se hizo esperar…

En multitudes y obedeciendo al llamado de sus líderes, muchos dejaron de comprar los sermones y publicaciones de Spurgeon, como una forma de presionarlo y mandarle un mensaje aleccionador.

Lamentablemente, ese dinero no engrosaba las arcas de Spurgeon. Ese dinero iba a una escuela bíblica y a las obras sociales que él patrocinaba, como casas para viudas y orfanatos.

Pese a lo vergonzosa y terrible de esta historia, Dios no abandonó Su obra y no dejó que se viera afectada por este cobarde boicot.

Mi conclusión: a veces la Iglesia se daña a sí misma al dañar a sus hermanos. Tal vez por temor, tal vez por odio, tal vez por intereses… no lo sé, yo también daño, y no siempre entiendo el porqué, pero creo que en el dolor estoy aprendiendo a preguntarme por al menos un segundo: ¿No tendrá algo de razón mi prójimo?

Hoy esta historia puede parecer ridícula y una exagerada obviedad. Pero hace escasos 150 años, países se fueron en guerra civil por esto y murieron millones de personas en esclavitud, avalada por cristianos y su interpretación de la Biblia.

Hoy hay muchas causas que podrían ser comparables al horror de la esclavitud… Y la Iglesia sigue su patrón. Atacar y luego preguntar… y si afecta mis intereses y paradigmas, atacar y atacar hasta que sucumban. Pues, como decían los cruzados al matar musulmanes: “Es la voluntad de Dios”.

“Los bautistas luchaban para establecer un sólido liderato en el sur. La próxima generación de predicadores bautistas se fue integrando a la sociedad. En lugar de impugnar la burguesía acerca de la esclavitud, comenzaron a interpretar la Biblia de manera que apoyaran su práctica. En las dos décadas después de la Revolución, los predicadores abandonaron sus reclamos a los plantadores a que liberaran a sus esclavos. Muchos predicadores bautistas incluso querían preservar los derechos de los ministros a ser propietarios de esclavos.6​ La Convención Trienal y la Sociedad de Misiones Locales reafirmaron su neutralidad en cuanto al asunto de la esclavitud.”

Christine Leigh Heyrman, Southern Cross: The Beginning of the Bible Belt”, Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1998, pp.10-18, 155

Ingeniero y Teólogo, superviviente de cáncer. Pensador del evangelio y peregrino hacia la trascendencia de Cristo.

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