“Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.”
Una de las mayores advertencia que Cristo dio en sus enseñanzas, tenía relación con no racionar las medidas de su Gracia, ni en cuestionar cómo la extendía a los que le buscaban.
“¡Es que es pecador!”, le decían algunos.
“¡Es una adúltera!”, le decían otros.
“¿Qué haces con una samaritana, Jesús?”
Todas estas historias desde nuestro presente nos parecen tan pintorescas, ingenuas e incluso infantiles. Pero cuando retratamos a Jesús, siempre se le representa con ropajes limpios y sin imperfección. Y eso es porque preferimos a un Cristo ideal, en vez de uno de carne y hueso.
Nos gusta más el mito de un Jesús cinematográfico, en vez del Cristo real, pobre y tosco. Nos gusta que sea señalado entre diez mil, blanco y rubio; pero arrancamos del varón de dolores, experimentado en quebrantos. Nos gusta pensarlo de blanco y resucitado, y no desangrándose rodeado de ladrones.
Es más atractivo un evangelio estático, autocomplaciente y llena de temor a los cambios. Es más atractivo un Dios dictador, que nos gobierne con espada, pero nos supla todo lo que queremos. Una especie de contrato social cristiano. Pero nos aterra el Cristo que revoluciona, que extiende fronteras, que convierte a los Cornelios y sana a las sirofenicias.
No por nada Jesús dijo que eran bienaventurado los pobres en espíritu, porque ellos heredarán el reino de los Cielos. Pues cada día hay más necesitados de Cristo y menos lugares donde encontrarlo.
Me aterra ver que muchas iglesias cobran el peaje de sus tradiciones para que Cristo les sea presentado…
Me apena ver a gente que en sus corazones grita por Cristo ¡Abba!, pero los templos cierran las puertas en sus narices y bloquean los puentes místicos para llegar a él.
Dios, no permitas que ninguna hija o hijo se quede sin conocerte al ser nosotros obstáculos a tu obra…
“Todos los que mi Padre ha elegido para que sean mis seguidores vendrán a buscarme; y cuando vengan, yo no los rechazaré.” (Juan 6:37)
Ingeniero y Teólogo, superviviente de cáncer. Pensador del evangelio y peregrino hacia la trascendencia de Cristo.