Messy hands sculpting on a pottery wheel in motion

Bajo el alfarero

  1. Introducción a serie devocional
  2. Gerundios con Dios
  3. Una incomparable compasión
  4. Sobre el sufrimiento
  5. Lo que el dolor no es
  6. El cuentacuentos
  7. ¡Karl Barth, mi viejo!
  8. Solo para valientes
  9. ¿Dónde habita Cristo?
  10. Cuando el amor de Dios no tiene valor
  11. La iglesia que estorba a Cristo
  12. La foto del año 2020
  13. El Cristo agricultor
  14. Temer y creer a la vez
  15. Siguiendo esquemas y recetas
  16. Cornelio, el nuevo paradigma divino
  17. El rostro de Cristo
  18. El costo de amar como Cristo
  19. Primeros brotes
  20. La savia que da frutos
  21. ¿Muy viejo para cambiar?
  22. Recibir un futuro y una esperanza
  23. Atrapando el atardecer
  24. El templo de Dios
  25. Enfrentando la muerte
  26. Compartiendo el pan
  27. Bajo el alfarero
  28. Alzaré mis ojos hacia las montañas
  29. El carrusel
  30. A la sombra del padre
  31. Cuando no hay atajos
  32. Una charla trascendente
  33. El amor que no intimida
  34. La fe que ilumina
  35. La esperanza
  36. La paciencia de las rocas

Muchos hablan tan poéticamente de ser barro y Dios el alfarero. Pero la verdad, aunque nadie quiera decirlo, es que ningún ser humano en su sano juicio quiere ser ese barro comprimido, torcido y moldeado. En cambio, todos deseamos a ese Dios amoroso, compasivo y empático.

¿Qué haremos entonces?

Lo más cristiano que podemos hacer es acompañar al que sufre, al quebrantado y al de espíritu entristecido. Jesús en Getsemaní, cuando estaba pronto a ser traicionado e iniciar su pasión, no reía ni contaba chistes, sino que gemía amargamente, buscando mediante una genuina plegaria si el rostro de su Padre mostraba un cambio en sus planes. Y si bien él se sometió a la voluntad de Dios, eso no significa que no experimentó el sufrimiento en su más amplio espectro.

Muchos cristianos apoyados en sus culpas y remordimientos encuentran en los sacrificios y sufrimientos una puerta de validación a sus inseguridades, y con cierto estoicismo sienten cierto orgullo por sufrir, pensando que ese era el sentir de Cristo.

El dolor no nos hace mejores, ni el sufrimiento nos santifica. Nuestra regeneración es un milagro exclusivo de Dios, por lo que nuestra única obligación moral ante tanta bendición es el agradecimiento.

En Cristo, no existe el dolor inútil, y cualquier crisis y sufrimiento que se vive no es causa de gozo, sino que, puesta la vista en un propósito superior, nuestra alma encuentra solaz, sabiendo que Dios en su providencia sabe lo que hace…

Ingeniero y Teólogo, superviviente de cáncer. Pensador del evangelio y peregrino hacia la trascendencia de Cristo.

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