El sufrimiento no es inherente al cristianismo… lo es a la vida cotidiana.
Anhelamos vivir sin sufrimiento, y ha sido la aspiración hasta del más santo de los santos… no en vano clamó: pasa de mí esta copa…
Pero sufrimos… pero lloramos… pero nos quebramos…
Cristo sintió lo que es una oración no contestada en el momento que pidió para sí mismo… Dios por otros contestó, y ante su propio Hijo guardó silencio…
El Hijo experimentó lo que se siente aceptar la voluntad impuesta, y abrazar el propósito ajeno al deseo del corazón.
No hubo pecado en su sentir… no hubo pecado en no querer … había intimidad en su ruego… había sencillez en la aceptación de ese silencio.
Nuestra vida en Cristo es un caminar místico terrenal… nos movemos entre el gozo de sus promesas y la fe en sus misterios…
Reconocer que Dios es tan misterio como revelación es contemplarle en plenitud…
Es adorar su pureza y admirar su belleza…
Nos mueve el bello semblante de Dios…
Ingeniero y Teólogo, superviviente de cáncer. Pensador del evangelio y peregrino hacia la trascendencia de Cristo.