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La palabra originante

  1. La palabra originante
  2. Un testimonio entre paréntesis
  3. Los adoptados
  4. La humanización del Logos
  5. El secreto del Dios invisible
  6. Sacrificar una canción
  7. La martyria de Juan
  8. El rito del anti best-seller
  9. ¿Dónde bautizaba Juan?
  10. Un cordero apocalíptico, el bautista histórico y los apócrifos

Me gustaría iniciar una serie de estudios sobre el primer capítulo del evangelio de Juan. Lo he elegido por su capacidad de llevar a una reflexión más profunda las preocupaciones que he sentido como creyente hasta este momento. No en vano es el evangelio de la mirada del águila, según Ireneo de Lyon. En todo caso, es un evangelio sobre el cual vuelvo una y otra vez.

Asimismo, lo confieso, en mi país (Colombia) se está haciendo común encontrar en la redes espacios que unen dos o tres personas con el mismo nombre, por ejemplo, “los Danieles” y ahora, por ira santa, terrenal envidia o infernal marketing estrategy: “los Gustavos”. Pensaba en la oportunidad de nombrar esta serie de artículos: “Los Juanes” (yo también soy Juan). Incluso me ilusioné con encontrarme algunas “Juanas” que se animaran con la idea y también escribieran sobre sus lecturas del evangelio homónimo (a las que se animen, ahí les dejo la propuesta). La idea se me antojo del peor estilo de coach marketing y me sonó casi a reggaetón. Confieso que me atraganté horriblemente con el tufillo sulfatado que esta idea me dejó.

Pero la intención de escribir una serie me siguió visitando: ¿no es muy atractiva la posibilidad de estudiar junto a otros este evangelio? Así que aquí estoy, entregando la primera parte de esta serie de estudio. Los invito a tomar su Biblia de preferencia y amores, papel y lápiz, y dejarnos llevar por el texto.

Pero antes de comenzar, permítanme unas palabras sobre el método de estudio que les invito a que sigamos.

Meta hodos (met-odo): el camino, paso a paso

Como IKEA, aquí también el estudio se construye con manual, paso a paso. El método que se empleará en las sucesivas lecturas, consistirá en leer, en primer lugar, en una traducción castellana el pasaje bíblico. Luego leeremos el mismo pasaje en una edición crítica en griego. Para el texto griego voy a usar la NA28.1 Advierto que, aunque reproduzco las divisiones en capítulos, versículos y encabezados agregados por los editores modernos, sigo el criterio de separación por párrafos que se encuentra en el Codex Sinaiticus.2 Al final de este artículo he dejado una imagen de él. Este códice no solamente es, junto con el Vaticanus y los papiros Bodmer, uno de los testigos griegos más antiguos del autógrafo, sino que también nos permite ver y leer el texto como lo hacían los copistas cristianos antiguos, así como lo escuchaban las audiencias creyentes antiguas. Y este es el objetivo que persigo con este método. Una vez leído y segmentando consecuentemente el párrafo, continuamos con una serie de notas exegéticas y reflexiones sobre el tema o temas tratados en el pasaje bíblico.

Unas breves notas sobre el himno al logos joánico (Jn 1,1-18): primera parte de Jn 1

Antes de iniciar la lectura comentada del texto, digamos algo, breve, sobre la naturaleza y estructura del texto del himno joánico. Lo primero que deberíamos anotar es lo obvio, y decir que es usual considerar los primeros dieciocho versículos del cuarto evangelio como un himno al logos divino. De aquí se entiende la costumbre de todos los comentaristas de buscar una estructura poética. Pero tal empresa es difícil, dado el ritmo poético cortado del mismo.

Usualmente se indica una estructura en cuatro estrofas (I: vv. 1-2; II: vv. 3-5; III: vv. 10-11; IV: 14-16),3 interrumpidas por dos interpolaciones en prosa (vv. 6-9, y v. 15) y dos incisos teológicos, realizados quizá por el redactor final (vv. 12-13, y vv. 17-18).

Por el espacio que tenemos, en esta primera oportunidad sólo vamos a estudiar las primeras dos estrofas, es decir, los vv. 1-5.

Lectura comentada del texto

Aunque seguimos la lectura de NA28, nos distanciamos de su división, prefiriendo la lectura del Sinaiticus y la comprensión de su copista. No obstante, la segmentación de las secciones la presento siguiendo el uso y criterio de los comentaristas joánicos, en especial el presentado por Raymond E. Brown en su comentario. Pasemos a leer el texto:

1 al principio era el logos,

y el logos estaba en Dios,

y el logos era Dios.

2 él estaba al principio en Dios.

3 todas las cosas fueron hechas por él

y sin él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho.

4 en él estaba la vida,

y la vida era la luz de los hombres.

5 la luz luce en las tinieblas,

pero las tinieblas no la abrazaron.

Los invito a ir por un café (o la bebida que más les guste) y volvamos para leer en griego el texto que acabamos de leer en español:4

1 ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος,

καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν,

καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος.

2 οὗτος ἦν ἐν ἀρχῇ πρὸς τὸν θεόν.

3 πάντα διʼ αὐτοῦ ἐγένετο,

καὶ χωρὶς αὐτοῦ ἐγένετο οὐδὲ ἕν. ὃ γέγονεν

4 ἐν αὐτῷ ζωὴ ἦν,

καὶ ἡ ζωὴ ἦν τὸ φῶς τῶν ἀνθρώπων·

5 καὶ τὸ φῶς ἐν τῇ σκοτίᾳ φαίνει,

καὶ ἡ σκοτία αὐτὸ οὐ κατέλαβεν.

Análisis

Resulta interesante analizar los verbos de estos versículos. En ellos se muestra un interés por fundamentar la alabanza a Jesús como divinidad en el hecho de su encarnación, o su participación en la esfera humana. En este sentido el indicativo de imperfecto ἦν (“era”. “estaba”) que aparece 9 veces, se refiere a la preexistencia de Jesús (vv. 1-4) y, por tanto, a su condición divina; propiedad resaltada por los demás himnos cristológicos neotestamentarios (cfr. Hb 1,2-5; Col 1,5-20; Flp 2,6-11). Ampliemos un poco más esta afirmación.

La estructura teológica básica del prólogo joánico se puede contrastar con aquella de los otros himnos cristológicos neotestamentarios.5 Esta estructura teológica básica tiene cuatro temas como columnas centrales, a saber: la preexistencia/encarnación (Heb 1,3-5; Col 1,15; Flp 2,6-7), el papel creador del logos (Heb 1,2b; Col 1,16-17), su función de agentis revelationis, es decir, revelador del Padre (Heb 1,2a; Col 1,18-20; Flp 2,8), y su glorificación (Flp 2,9-11).

Volviendo al verbo ἦν, notamos que éste también es empleado como predicado de Jesús: en él estaba la vida (ζωή) y la luz (φῶς) de los hombres (vv. 4-5); él estaba en el mundo (v. 10); y con respecto a Juan el Bautista, él ostenta la primacía (v. 15). Sobre este punto, recordamos lo pertinente de la teoría de Raymond E. Brown,6 quien sostiene que en la comunidad joánica, compuesta por seguidores del Bautista, se vivió un intenso debate frente al tema de la primacía entre Jesús y Juan el Bautista. Basados en los subsiguientes análisis de la primera interpolación del himno (vv. 6-8), y que realizaremos en una próxima entrega de estas notas filológicas joánicas, nosotros creemos que existen razones de fondo para estar de acuerdo con la tesis central de Brown.

Asimismo importante es el indicativo de aoristo ἐγένετο (“volverse” y, en nuestro contexto narrativo: “llegar a ser”, “crearse”),7 con el cual se indica la activa participación de Jesús en la creación (v. 3); así como refiere también la semejanza de Jesús con Dios (vv. 12.13), describiendo el proceso de encarnación (v. 14), y señalando claramente la primacía de Jesús sobre el Bautista (v. 15). Finalmente, este verbo también describe con detalle el proceso de comunicación de la gracia divina a los seres humanos (v. 17).

Pasando ahora a los sustantivos, notamos como φῶς (“luz”) tanto como ἄνθρωπος (“hombre”, “humano”) expresan la relación entre la divinidad de Jesús con la esfera humana (cfr. los vv. 4-5.8-9. para φῶς; y los vv.4.6.9-10 para ἄνθρωπος).

Asimismo, el sustantivo λόγος (“palabra”) está íntimamente relacionado con los atributos divinos: preexistencia (vv. 1-2); sustentación de la vida (v. 4); creación (v. 3); relación con la esfera humana (encarnación, cfr. v. 14).

De igual forma el sustantivo θεός (“Dios”) con artículo gramatical y sin él, expresa una estrecha relación con λόγος (cfr. vv. 1-2.18), así como con la esfera humana (vv. 6.12-13).

Con el sustantivo ἀρχή (“inicio”, “principio”) en los vv. 1-3 se hace una evidente alusión a Gen 1,1 y el tema de la preexistencia. Con el sustantivo σκοτία (“oscuridad”) no sólo se hace referencia explícita al lenguaje cosmogónico patrimonial de las mitologías de la cuenca del mediterráneo (entre ellas la bíblica), con el cual se describe la clásica batalla dualista primigenia (cfr. v. 5), sino que también es un lenguaje eufemístico para expresar la respuesta negativa de los seres humanos a la llegada de Jesús y su mensaje (cfr. vv. 9-11).

Comentarios

En estos cinco versículos se desarrollan los cuatro aspectos de la cristología del logos joánica, a saber: cristología de la pre-existencia y divinidad, cristología de la creación, cristología de la revelación.

En el v. 1 a través del verbo εἰμί (“ser/estar”, del cual ἦν es su imperfecto) y la partícula ilativa καί (“y”), se construyen tres frases en paralelismo escalonado, en las cuales la idea crece desde la afirmación de la pre-existencia del logos (v. 1a: “al principio era el logos”), hasta la aquella de la divinidad del logos (v. 1c: “el logos era Dios”). Si bien el v. 1 arranca con la frase prepositiva ἐν ἀρχῇ (“en el principio…”), con la cual se alude intertextualmente a Gen (LXX) 1,1, sólo en los vv. 2-3, el prólogo avanza a la presentación del papel del logos en la creación.8

La idea básica tiene su trasfondo en la reflexión sapiencial sobre el papel de la sabiduría en la creación del cosmos (cfr. Prov 8,22-36; Eclo 24).9 Se han hecho varias propuestas que buscan identificar qué tipo de corriente filosófico-religiosa judía está tras esta cristología del logos creador.

El judaísmo helenizado alejandrino:esta propuesta ve en la doctrina sobre el logos de Filón de Alejandría, un paso intermedio en la interpretación que va hacia la cristología encarnacionista o incluso un paradigma religioso-filosófico directo. Craig E. Evans reconoce que la teología encarnacionista no aparece en Filón, pero sostiene que la exégesis filónica sobre Gen 1,27 en la que identifica al logos como una figura celestial, puede ser considerada como un paso importante hacia la identificación del logos con Jesús.10 Mientras que De Savignac, está convencido que el evangelista ha leído a Filón e, incluso, pudo haber sido su discípulo.11

El judaísmo místico-rabínico:Algunos autores, en especial Charles Fox Burney,12 consideran que las especulaciones del monoteísmo modificado del misticismo judío, con su hipóstasis de la šĕkīnāh divina, es decir, la mêmrā’, y las especulaciones sobre la torah que en el Talmud expresa el aspecto visible de Dios, son el trasfondo del uso del concepto del logos joánico (cfr. Str.-B II, 302-329).

En los vv. 4-5, a través de las figuras de la luz (φῶς) y la vida (ζωή), construidas en una doble afirmación en paralelismo escalonado, se presenta la lucha cosmológica entre la luz y las tinieblas. En el prólogo, la figura de la luz expresa el papel de la revelación del logos: sobre Dios, revelando el quién y dónde de Dios, es decir, Dios es el Padre que se manifiesta en su hijo.

Los padres de la Iglesia van a entender y desarrollar esta importante cristología del logos desde la filosofía neoplatónica. En esta corriente platónica, el logos antes que ser arquitecto, es considerado como plan o blue Print. En esto se diferencia el platonismo de los padres de la Iglesia al de Filón de Alejandría; éste concibe al logos como arquitecto de la creación, es decir, como el demiurgo. Orígenes (Comment. in Joan. I, 105 (PG 14, 53C) va a considerar al logos como la sabiduría de la creación. Es decir, es el principio (ἀρχή) en el sentido de ser el “plan maestro”, las “reglas o leyes” que regulan el diseño de la creación.

Finalmente, se debe advertir el problema textual que se presenta al final del v. 3. Desde la perspectiva crítico-textual se ofrecen dos lecturas variantes:

Lectura A:

καὶ χωρὶς αὐτοῦ ἐγένετο οὐδὲ ἕν. ὃγέγονενἐναὐτῷζωὴἦν,

καὶ ἡ ζωὴ ἦν τὸ φῶς τῶν ἀνθρώπων.13

y sin él nada ha sido creado.

Lo que llegó a ser tenía en él la vida,

y la vida era la luz de los hombres.

Lectura B:

καὶ χωρὶς αὐτοῦ ἐγένετοοὐδὲἕνὃγέγονεν.

ἐν αὐτῷ ζωὴ ἦν, καὶ ἡ ζωὴ ἦν τὸ φῶς τῶν ἀνθρώπων.14

y sin él nada ha sido creado de lo que llegó a ser.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

El problema se presenta por la puntuación de la última frase del v. 3, que hemos resaltado en negrita en ambas lecturas. Los manuscritos más antiguos no tienen puntuación; esto ha dado espacio para que las perspectivas teológicas y los gustos estilísticos dominen el problema de esta crux interpretatio.

Si bien es cierto que antes del siglo IV autores como Orígenes adoptaron la lectura A sin notar ningún problema de ortodoxia en dicha puntuación,15 desde la adopción de dicha lectura por el arrianismo como prueba de su pneumatología, que apelaba a este texto para afirmar que el Espíritu Santo debería ser considerado como una de las creaciones del logos, todos los autores ortodoxos han adoptado la puntuación de la lectura B para negar la validez de la pneumatología arriana.

Durante la Edad Media, la preferencia y práctica canonización de la lectura B estuvo marcada por este criterio teológico. Pero desde hace aproximadamente unos 200 años se ha invertido la preferencia, adoptándose la “herética” lectura A. Este cambio ha sido dado tanto por editores de NT griego, traductores y comentaristas.16 La principal razón para este cambio moderno es la preocupación por estar en correspondencia con el estilo poético del pasaje, es decir, el paralelismo escalonado, en el cual el último membrum del versículo debe coincidir con el primero del siguiente.

En castellano se pierde un poco el ritmo del texto griego original, tal vez si lo traducimos más literalmente se pueda percibir dicho paralelismo:

Todo ha sido creado (ἐγένετο) por él,

Y sin él nada ha sido creado (ἐγένετο).

Lo que fue creado (ὃ γέγονεν) en él tenía la vida (ἡ ζωὴ),

Y la vida (ἡ ζωὴ) era la luz de los hombres.

Nótese como inicia cada línea con la palabra con la cual termina la anterior: “ser creado/llegar a ser” (ἐγένετο) en las tres primeras líneas, y “vida”(ζωὴ) en la dos últimas. No obstante estas consideraciones, y según lo advierten ya Metzger, Aland y Miller,17 pesa más el gusto estilístico del evangelista por comenzar una oración con la preposición ἐν + pronombre demostrativo,18 que el estilo escalonado, que sólo se presenta en Jn 1,1-5 en toda la literatura joánica.

El estado de la cuestión sobre la puntuación original del final de v. 3 está abierto. Ni los criterios teológico-apologéticos de la antigüedad tampoco los estilísticos de la modernidad son conclusivos. Tal vez lo mejor sea esperar a que nuevos hallazgos papirológicos aclaren el problema.19


Jn 1,1-38 (facsímil del codex Sinaiticus): El primer párrafo del margen superior izquierdo contiene el texto que hemos estudiado (vv. 1-5).

¿Qué ven ustedes en este texto? ¿A qué conclusiones y reflexiones llegan? Les invito a dejarlas en los comentarios a este artículo.

Papá de Immanuel y Tobías, esposo de Biviana, católico y teólogo. Profesor en dos universidades y miembro de varios grupos de investigación.

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