En el mundo teológico latinoamericano actual se tiende a despreciar la importancia y, acaso interés, de la filología bíblica. Ni pensar la humillación que recibe en el mundo de la aplicación pastoral. Entre los agentes pastorales, (mal)revestidos con un pathos judicial que les pone más allá del bien y del mal, juzgan su valor inquiriendo, en un tono pletórico de retórica: ¿para qué sirve la exégesis?
El pasaje que vamos a estudiar en esta ocasión nos ofrece una de esas raras oportunidades donde el teólogo y el pastor reciben una lección de humildad de su hermano ceniciento: el filólogo. Por otro lado, el texto de Jn 1,28, también ha sido silenciado por un inflado y mal ejercido interés pastoral.
Por no querer atender con el cuidado debido a este pasaje, el teólogo se ha perdido en la especulación sobre si JBap era un esenio por bautizar en algún lugar del río Jordán (supuestamente) cerca a Qumrán; una afirmación tan gratuita como imprecisa e infundada. Asimismo, en su insensibilidad, los pastores han dilapidado la oportunidad de acercar a los creyentes a una visión más profunda y más real sobre el sentido del proyecto de Jesús, en los mismos textos donde el creyente confiesa y busca un encuentro con él, sólo por despreciar pasajes bíblicos como este, concentrándose más en los programas litúrgicos, doctrinales y pastorales de su denominación.
Sin más preámbulo, vamos a mirar el texto: un pasaje bíblico con un particular grado de dificultad filológico.
Texto
28 Esto ocurría en Betania, al lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
ταῦτα ἐν Βηθανίᾳ ἐγένετο πέραν τοῦ Ἰορδάνου, ὅπου ἦν ὁ Ἰωάννης βαπτίζων.1
Análisis y comentarios
La ubicación geográfica dada por el evangelista al ministerio de JBap ha sido objeto de polémica desde la antigüedad. Betania fue una aldea (κώμη) localizada en la ladera oriental del monte de los olivos, a 3 Km de Jerusalén (cfr. Jn 11,18). De ella se habla en Jn 11,1; 12,1, y es conocida por la tradición (cfr. Mc 11,1; Mt 2,17).
Por su localización, resulta imposible que sea el lugar indicado por nuestro pasaje, que habla de una Betania emplazada “al otro lado del Jordán”. El testimonio de los manuscritos más antiguos a favor de la lección Βηθανία(“Betania”), y lo absurdo de su ubicación geográfica, han llevado a los comentaristas a ofrecer dos tipos de soluciones.2 La primera es una mezcla entre crítica textual y etimología; la segunda involucra la filología y la geografía, pero en gran dependencia del juicio y valoración ya tomados sobre el problema textual y etimológico.
¿La crítica textual al rescate?
La lección Βηθανία es, indudablemente, la mejor atestada. Presente en los papiros Bodmer de los siglos II y III, y en los unciales alejandrinos de los siglos IV y V, así como en varios manuscritos minúsculos, en las ediciones críticas del NT griego, como la NA28 y la UBS3 es la lectura escogida como autógrafa. Las lecciones variantes Βηθαβαρᾶ, Βηθεβαρᾶ y Βηθαραβᾶ, se reducen a una, a saber: Βηθαβαρᾶ.
Βηθεβαρᾶ no es más que una variante ortográfica de Βηθαβαρᾶ; y Βηθαραβᾶ también se entiende como variante por metathesis.3 El testimonio documental de Βηθαβαρᾶ es considerable. También aparece en unciales de la familia alejandrina del siglo V y en Orígenes, uno de los autores cristianos y comentaristas antiguos más importantes para la crítica textual y teológica del evangelio de Juan.4 No obstante, y dado el peso de la evidencia documentaria, Βηθαβαρᾶ sólo puede ser considerada como lectura variante de la tradición textual, no como posible autógrafo.5 Esta es la lista de las variantes más probables de lectura:
Βηθανία | P66 א it (según NA28) |
P59vid, 75 A B C* L Wsupp Χ Δ Θ Ψ* y varios minuscúlos (según UBS3) | |
Βηθαβαρᾶ | C2 K T Ψc 083 f 1, 13 33 pm sys.c sa Ormss (según NA28) |
C2 (Π*) Πc Ψ c 083 0113 f 1 f 13 33 1079 1230 1365c 1646c Byzpt l70c, 1231 syrc, s (palms) copsa arm geo Ormss Eusebio Epifanio Crismss (según UBS3) |
En este asunto, el peso de la autoridad del testimonio de Orígenes ha sido tan grande que ha resultado decisivo. Por ejemplo, la Biblia de Jerusalén, en su última edición castellana (4 ed. 2009) acepta en su texto principal la lección Βηθαβαρᾶ explicando, en la nota marginal: “variante más corrientemente adoptada: Betania”.6
Asimismo, la inmensa mayoría de comentaristas modernos dirigieron su decisión sobre la ubicación geográfica a partir de una decisión textual. Entre ellos, podemos citar a Johannes Canuti Lenäus, que escribía a mediados del siglo XVII, o August Tholuck, de mediados del siglo XIX, o incluso a Theodor Zahn, de principios del siglo XX.7 También podríamos citar a comentaristas contemporáneos tan respetados como Bultmann, Brown y Barrett.8
Otros comentaristas se han inclinado a acomodar las opciones léxicas y crítico-textuales, según las posibilidades geográfico-históricas. Por ejemplo, Bernard, quien escoge la aldea de Bet-Nimrá, al NE de Jericó, indicando que su nombre es traducido por los LXX como Βαιθαναβρά (cfr. Jos 13,27), suponiendo una corrupción, bien sea de Βηθανία o ya de Βηθαβαρά.9
Asimismo Parker identificó la Betania de Jn 1,28 con aquella de Jn 11,1.18; 12,1.10 Ya en el siglo XIX Paulus, en su famoso trabajo sobre el Jesús de la historia, había propuesto una identificación similar. En su asimilación de ambas Betanias, Paulus va a llegar a realizar la extravagante afirmación que de Jerusalén al Jordán ¡sólo se toma un día de camino! (An einem tage kommt man leicht von Jerusalem an den Jordan).11
Pero al lado de la recepción de la solución dada por Orígenes, también aparece un escepticismo frente la misma.12
Orígenes y el paso desde el espíritu de la letra a la espiritualidad de la lección
Orígenes mismo reconoce cierta perplejidad respecto al asunto. Por una parte, está la evidencia de los manuscritos, casi absoluta, que leen Betania. Por otra, está la imposibilidad geográfica de que tal nombre identifique algún poblado allende al Jordán. Obligado por el peso de la necesidad de encontrar una ubicación geográfica lógica para la escena de Jn 1,28, Orígenes se decide por la lección más pobremente atestada.
Justifica su decisión señalando la imprecisión de los manuscritos griegos a la hora de traducir nombres hebreos. En consecuencia, Orígenes acepta la siguiente lección:
ταῦτα ἐν Βηθαβαρᾳ ἐγένετο πέραν τοῦ Ἰορδάνου, ὅπου ἦν Ἰωάννης βαπτίζων.
esto ocurrió en Bēthabara, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
En su comentario, Orígenes mezcla argumentos topográficos, léxicos y de crítica textual; pero es evidente que la directriz de su pensamiento la lleva la tipología. Su decisión se inclina por el nombre que presenta la mayor riqueza espiritual y teológica. Observemos con atención el hilo de su argumentación que, aunque extenso, vale la pena reproducirlo por completo, y cuya traducción castellana es mía:
Puesto que no desconocemos que en casi todas las copias (ἀντιγράφοις) se halla la lectura: “esto sucedió en Betania” y, aún, aparentemente que ésta es la lectura más antigua, ya que en Heracleón leemos “Betania”. Sin embargo, estamos convencidos que no debemos leer “Betania”, sino Bethabara. Hemos visitado los lugares, tras la historia de las huellas de Jesús y sus discípulos (ἐπὶ ἱστορίαν τῶν ἰχῶν Ἰησοῦ καὶ τῶν μαθητῶν αὐτοῦ) y los profetas. Así pues, de Betania, como nos lo refieren los mismos evangelistas, sabemos que fue el pueblo de Lázaro, Marta y María, que está a quince estadios de Jerusalén y el río Jordán queda a aproximadamente a ciento ochenta estadios de distancia. Tampoco existe algún lugar del mismo nombre en las cercanías del Jordán, pero dicen que Bethabara está emplazado en la orilla del Jordán (παρὰ τῇ ὄχθῃ τοῦ Ἰορδάνου), aquí (es donde) ellos relatan que Juan bautizó. También la etimología del nombre (ἡ ἑρμηνία τοῦ ὀνόματος) se corresponde con el bautismo de aquel que prepara el pueblo a su Señor, ya que significa: “Casa de la Preparación” (μεταλαβάνεται γὰρ εἰς οἰκον κατασκευῆς), mientras que Betania significa, “Casa de la Obediencia” (ἡ δὲ Βηθανία εἰς οἰκον ὑπακοῆς). ¿Qué otro lugar diferente a la “Casa de la Preparación”, podría ser más propicio para que él bautizara, quien había sido enviado como mensajero frente al rostro de Cristo, para preparar su camino ante él? Y ¿Qué otra casa podría ser más propicio que Betania, la “Casa de la Obediencia”, para María, quien escogió la mejor parte, que no le fue quitada, y para Marta, que se había afanado tanto en la recepción de Jesús, y para su hermano, quien es llamado el amigo del Salvador? Así pues, vemos que aquel que busque una comprensión plena de las sagradas Escrituras, no debe rechazar el examen cuidadoso de los nombres que allí aparecen. En asuntos de nombres propios, las copias griegas a menudo son incorrectas, y en los evangelios uno puede ser confundido por su autoridad.
Orígenes, Commentarius in Johannem VI, 40-41, 204-208 (GCS 10, 149-150).
Orígenes es seguido por Juan Crisóstomo (In Joannis hom. 17, 1 [PG 59, 107]), quien le agrega la fuerza de la lógica de sus propios argumentos topográficos, indicando que se tiene una lectura más precisa con Bethabara, ya que Betania no está allende al Jordán (οὐχὶ πέραν τοῦ Ἰορδάνου), ni en el desierto, sino cerca a Jerusalén (ἀλλʼ ἐγγὺς που τῶν Ἱεροσολύμων).
Eusebio de Cesarea (Onomasticon, 240 [GCS 11, 1, 58-59]) aúna en esta tendencia, agregando un argumento de tipo histórico, al citar el testimonio de los peregrinos que visitaban Bethabara como el lugar donde Juan bautizaba. Asimismo se suele citar el testimonio del peregrino de Bordeaux, sobre una tradición de peregrinaje en Bethabara (Itinera Hierosolymitana saec. III-VIII recensuit… [Geyer, CSEL 39, 24]). Orígenes, Eusebio y el peregrino de Bordeaux ofrecen testimonios documentarios de costumbres de peregrinaje entre los siglos III al IV, que identifican a Bethabara como el lugar del cual habla Jn 1,28.
El testimonio textual nos dirige hacia Betania, mientras que el testimonio histórico-geográfico nos lleva hacia Bethabara, otra posibilidad textual. Pero de éste es imposible que se derive el nombre Betania, así como resulta imposible que se hable de Betania como un lugar “junto al río Jordán”.
La salvación viene por la filología
Al agotarse las explicaciones textuales, geográficas e históricas, surgen las explicaciones filológicas. Algunos especialistas, como Brownlee, Lagrange y Lightfoot,13 han visto en el nombre Betania, una referencia a la región de Βαταναία (Batanea), equivalente helenístico del vocablo arameo betĕnayyā’, traducción del nombre hebreo bāsān: la Basán de la biblia hebrea.
Brownlee ha realizado una sólida argumentación a favor de esta derivación léxica de traducción, explicando que el nombre bytnyyn, y que se podría vocalizar como betnĕyîn o betnayyîn, tendría la forma determinada betĕnayyā’.14 Mientras que la Betania jerosolimitana aparecería en arameo como byt hyny, vocalizada como bet hîne, cuya forma determinada sería bet hînayyā.15 Así, en Jdt 1,9, la traducción griega Βαιτανη o Βατανη sería equivalente de traducción de betĕnayyā’.
Las descripciones topográficas dadas por Josefo (Ant. IX, § 159) y 2Re 10,32-33,16 coincidirían con esta Baitanh de Jdt 1,9. La concurrencia entre Josefo, el testimonio de la LXX y el texto masorético permiten señalar que Batanea es una escritura correcta del Basán de la biblia hebrea.
Esta derivación léxica de la traducción griega, que es, en sí misma, ya otra traducción aramea de un nombre hebreo, está respaldada por el hecho de que Basán es descrita en la LXX como una región que “está más allá del Jordán” (Nm 32,32-33; cfr. Dt 3,8-10; 4,47);17 así como por la misma descripción de la región en Flavio Josefo:
Nm 32,32-33 (LXX):
Nosotros pasaremos armados delante de Yahweh al país de Canaán; pero damos la propiedad de nuestra herencia a este lado del Jordán (ἐν τῷ πέραν τοῦ Ἰορδάνου). Moisés dio a los hijos de Gad, a los hijos de Rubén y a la media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Sijón, rey de los amorreos, y el reino de Og, rey de Basán (βασιλέως τῆς Baσaν); el país con las ciudades colindantes.
Flavio Josefo, Ant. V, 83:
La tribu de Efraín obtuvo la tierra que se extendía a lo largo, desde Gazara hasta el río Jordán (ἄχρι Γαζάρων ἀπὸ Ἰορδάνου ποταμοῦ) y a lo ancho desde Betel hasta la gran llanura. La media tribu de Manasés tenía desde el Jordán hasta la ciudad de Dora (ἀπὸ μὲν Ἰορδάνου μέχρι Δώρων πόλεως) y en ancho hasta Bethesana, ahora llamada Escitópolis.
Marcus, 1950, V, 38.
Lightfoot también ha señalado la Beth-bārāh de Jue 7,24, identificada como la Escitópolis helenística (el sur de la Decápolis del NT; cfr. Jdt 3,10; 2Mac 12,29), como otra posible identificación de la región descrita en Jn 1,28.
Nótese que la traducción que los LXX ofrecen de Jue 7,24 del nombre hebreo Beth-bārāh es Βαιθηρα. En Str-B II, 363 se cita GnR 47, para identificar la región de la cual se habla en Jn 1,28, como aquella reconocida por ser lugar de peregrinación de las fiestas. Lightfoot explica que la grafía aramea de Betania (byt ʿa’ny’) se confunde con su grafía en siríaco (byt š’ny’) y que el cambió de la shin (š) por la ʿayin (ʿ) es muy frecuente en las traducciones. 18
Una lección de humildad por aprender
A principios del siglo XX, Gustav Dalman identificaba el wadi el-Kharrar con el lugar descrito por Jn 1,28. Según informaba, en esa época, en el lugar se formaban media docena de fuentes ramificadas, emergentes de pequeños acantilados a pocos metros al oriente del Jordán, en valles donde crecían arbustos, sauces y tamariscos.19
Los estudios léxicos sobre la derivación de los nombres de los sitios implicados ha llegado a la conclusión que, tanto el significado de Betania (beth-aʿyînē’, “casa-del-agua”),20 como el de Betharaba (beth-ʿărābāh, “casa-del-sauce”), pueden señalar un lugar con fuentes, como el wadi el-Kharrar.
El lugar indicado por la tradición topográfica, bethabara, también identificado como Betania “al lado del Jordán”, o betharaba (así Lagrange), podría ser más que la traducción del nombre de una ciudad; podría ser el nombre de una región; de allí la importancia de la precisión descriptiva del evangelio: “al otro lado del Jordán”.
La deducción etimológica de Orígenes estaría equivocada, ya que ni Betania, tampoco bethabara significan “casa de la preparación”, ni “casa de la obediencia”; pero su intuición no está del todo desencaminada.
Ambos lugares han sido asociados en la Biblia y en las tradiciones judías de los primeros siglos de nuestra era, con fuentes de agua que se ajustan al ministerio de JBap, pero también unidas a la historia de liberación del pueblo hebreo; en especial, relacionados a las historias de Jacob (cfr. Gen 33,17), y Josué. Así que, si la lectura de bethabara es correcta, es posible que el evangelista esté llamando la atención sobre el paralelo entre Jesús y Josué; señalando que la acción de JBap tendría un significado liberacionista, y asociando la misión de Jesús con tal sentido. De hecho, esta forma de entender este pasaje prepara al lector para entender la proclamación de JBap en su segundo testimonio sobre Jesús. Este pasaje lo estudiaremos en las siguientes dos entregas de esta serie.
Por ahora, puedo insistir, respecto al tema estudiado en esta oportunidad, en la lección que debe aprender la teología de este pasaje. La crítica textual y la filología, las cenicientas en los estudios teológicos (y en particular en América Latina), permiten ver con claridad la intencionalidad mesiánica de un problema que aparentemente es baladí y faltó de contenido teológico profundo; y al hacerlo le da una lección de humildad a la arrogante teología sistemática y a la teología pastoral.
Considero injustificado el escepticismo respecto al valor teológico que estas referencias topográficas tienen. Y aún más injustificado es negar el valor y precisión, e interés histórico y geográfico de los datos suministrados por el cuarto evangelio.21 Sobre el interés e importancia de la información histórica, social y cultural que Juan tiene para entender la historia de Jesús es el tema de investigación del John, Jesus and History Proyect: un grupo de investigación de la SBL al que algunos especialistas consideran como una nueva fase de la búsqueda del Jesús histórico.22
Mejor, creo, junto con Brown y Lagrange, que siempre que en Juan aparece un simbolismo, éste se funda en una ingeniosa interpretación de los hechos, no en una invención o ficción.23
Finalicemos con la reproducción del mapa que Lagrange compuso para ubicar los lugares discutidos en este estudio.
Papá de Immanuel y Tobías, esposo de Biviana, católico y teólogo. Profesor en dos universidades y miembro de varios grupos de investigación.