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The rapture’s traditions

  1. The rapture begins
  2. The rapture continues
  3. The rapture’s signs
  4. The rapture’s traditions
  5. The rapture conclusions

En esta oportunidad vamos a contrastar los resultados que hemos obtenido hasta ahora en nuestro recorrido por la literatura paulina con la tradición sinóptica y los otros textos de la biblia cristiana donde aparece el rapto y sus diversas temáticas.

Sobre el orden de presentación y exposición del rapto, así como los títulos en inglés de cada artículo de la serie y sus conclusiones generales y bibliografía (que aquí también aparece abreviada), véase lo dicho en el primero de esta serie: The rapture begins.

La parusía en la tradición cristiana anterior y contemporánea a Pablo

Tal tradición la conforman, por un lado, las fuentes sinópticas Marcos y Q, y por otro lado, el apocalipsis sinóptico (Mc 13|Mt 24—25|Lc 21) y la Didachē. Tanto en Marcos como en Q no aparece el vocabulario paulino fundamental del tema de la parusía. Παρουσία solo aparece en Mt 24,27.37.39. La apostasía (ἀποστασία) y el rapto (ἁρπάζω) con el sentido paulino, no aparece ni en los sinópticos, ni en Q. Salvo en QMt:

“La ley y los profetas llegan hasta Juan. Desde entonces el reino de Dios sufre violencia y los violentos tratan de apoderarse (ἁρπάζουσιν) de él” (Mt 11,12-13|Lc 16,16).

Pero en esta cita, aunque aparece el verbo ἁρπάζω, resulta evidente que el vocablo no tiene sentido escatológico. Y esto es llamativo, ya que Lucas sí conoce el término ἀποστασία con el sentido básico de 1Mac 2,15 (véase Hch 21,21).1

Llama la atención que en el pasaje clave del apocalipsis sinóptico donde se anuncia el tiempo de la parusía (Mc 13,32-37; Mt 24,36-41), la importante parábola de los tiempos de Noé solo aparece en Mt 24,37-39 y no en los paralelos sinópticos de dicho apocalipsis.

El caso lucano

En Lc 17,26, la parábola de Noé aplicada al advenimiento del Señor aparece en un contexto literario diferente. Frente a la pregunta formulada por los fariseos: ¿Cuándo viene el reino de Dios? (Lc 17,20), Jesús responde, en segunda instancia, con la parábola de Noé (vv. 26-27). Las diferencias entre Mt 24,37-39 y Lc 17,26-27 en general, y en concreto entre Mt 24,37 y Lc 17,26, son redaccionales.

Mt 24,37:

Porque como en los días de Noé (αἱ ἡμέραι τοῦ Νῶε), así será el advenimiento del hijo del hombre (ἡ παρουσία τοῦ υἱοῦ τοῦ ἀνθρώπου).

Lc 17,26:

Y como aconteció en los días de Noé (ἐν ταῖς ἡμέραις Νῶε), así será también en los días del Hijo del hombre (ἐν ταῖς ἡμέραις τοῦ υἱοῦ τοῦ ἀνθρώπου).

Salta a la vista la omisión de la parusía en la redacción lucana. Esta forma de reelaboración de material tradicional (Q) pudiera sugerir cierto escrúpulo escatológico por parte de Lucas. Según ha propuesto interpretar Conzelmann, Lucas se propone explicar la aparición de la iglesia como respuesta al problema de la parusía retardada.

Esta visión desescatologizada de Lucas ha sido muy debatida.2 Pero se debe observar que el vocablo παρουσία no aparece en Q, ni es propio de los evangelios (salvo Mt), pero sí de Pablo y su escuela.

Desde un punto de vista estadístico se puede afirmar que el vocablo παρουσία es propiamente paulino, ya que más de la mitad de sus apariciones en la biblia cristiana se realizan en textos de Pablo o su escuela. En todo el canon cristiano, el vocablo παρουσία aparece veinticuatro veces. Cuatro veces en Mt, y catorce veces en Pablo y su escuela (1-2Cor: cinco veces; Flp: dos veces; 1Tes: cuatro veces; 2Tes: tres veces). En el resto aparece esporádicamente: Stg (dos veces), 2Pe (tres veces), y 1Jn (dos veces).3

Así las cosas, no se debería preguntar por su omisión en Lc 17,26, sino por su presencia en Mt 24,37: ¿obedece al plan teológico mateano?4 Asimismo llama la atención el cuidadoso equilibro de los dos miembros del versículo por medio del uso de la frase ἐν ταῖς ἡμέραις (“en los días…”).5

Un caso mateano

Otro pasaje es Mt 24,30-31, donde se presenta un claro paralelo con los temas del apocalipsis paulino, con la señal del Hijo del hombre que describe el descenso desde los cielos del Señor, con el sonar de las trompetas y la congregación de los creyentes de todo el mundo.

Puesto que este pasaje y sus temas no aparecen ni en Marcos, ni en Q, se debe concluir que Mateo lo trae de M (la fuente especial mateana).6 Ya que la parábola de los tiempos de Noé solo repite en lo esencial el mensaje dado sobre lo inesperado y súbito de la parusía que ya hemos discutido (en el primer artículo de la serie, The Rapture Begins), ahora nos concentraremos en el pasaje mateano de la señal del hijo del hombre.

Mt 24,30-31:

30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra, que verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. 31 Él enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro.

Resulta importante notar que lo esencial de los vv. 30c.31 coincide con 1 Tes 4,16-17 y 1 Cor 15,52. Para una comparación más detenida, remitimos al primer artículo de la serie, donde se estudiaron estos pasajes con detenimiento. Aquí me detendré en el pasaje mateano.

En comparación con Pablo, el aspecto singular en el esquema apocalíptico mateano está en el v. 30a, la señal del Hijo del hombre. El “golpearse el pecho” de toda la humanidad (v. 30b), es un rasgo de la teología propia de Mateo. Este aspecto es retomado por Mateo en varios pasajes escatológicos de su evangelio, que él registra con la frase redaccional, y cuasi comentario teológico: “allí será el lloró y el crujir de dientes” (cfr. Mt 8,12; 13,42.50; 22,13; 24,51; 25,30).

Sobre esto último debo decir que el pasaje de Lc 13,28 y su paralelo con Mt 8,11-12 presenta el motivo del llanto y crujir de dientes en Q, pero en ambos pasajes está tan reelaborado, según sus respectivos intereses teológicos, que solo es posible conjeturar si tal expresión también tenía acento escatológico en Q. De todas formas, es evidente, y está fuera de toda duda, el tono escatológico que Mateo le imprime a la frase.7

Resaltar la reacción psicológica de la humanidad de arrepentimiento ante el fin inminente es una característica típica de la escatología mateana. La frase “llanto y crujir de dientes” implicaría un dolor infinito.8

Ahora centro mi atención en Mt 24,30a: τὸ σημεῖον τοῦ υἱοῦ τοῦ ἀνθρώπου (“la señal del Hijo del hombre”). Al pensar sobre este pasaje, emerge la pregunta ¿qué significa está señal?, ¿en qué consiste?9

Una búsqueda que nos conduzca hacia lo decisivo de estas preguntas, y no tras especulaciones que se alejen del sentido que tal señal tiene para el evangelista, nos debe conducir hacia Mt 12,38-42. En este pasaje, los escribas y los fariseos le piden a Jesús una “señal” (σημεῖον; v. 38). A esta petición Jesús responde (vv. 39-40):

39 ¡Generación malvada y adúltera! Pide un signo (σημεῖον ἐπιζητεῖ), pero no se le dará otro signo que el del profeta Jonás (τὸ σημεῖον Ἰωνᾶ τοῦ προφήτου). 40 Porque así como Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches.

En su respuesta, Jesús no solo hace una clara referencia a su muerte y resurrección, sino también que identifica la señal del Hijo de hombre con la señal de Jonás. Pero no solo en Mt 12,38-42 se habla de su crucifixión y resurrección con el vocablo σημεῖον, en Jn 3,14 él mismo se refiere a su crucifixión con el relato sobre la señal que Moisés dio en el desierto (cfr. Nm [LXX] 21,8).

Cuando en el evangelio de Juan se habla de poner en lo alto o alzar (ὑψόω) la serpiente, no solo se alude a la acción de ser alzado en la cruz, sino también a Nm 21,8 (LXX), donde se utiliza el vocablo σημεῖον con el significado de “señal, signo”;10 o incluso también al targum, como lo sugiere Boismard.11

Según esta relación entre Mt 24,30a y Mt 12,39, la señal del Hijo del hombre sería la resurrección de Jesús. Esta identificación no tendría problemas, si no fuera porque según Mt 24,30a, el tipo de señal que debería ser la resurrección de Jesús tendría que ser una muy especial, como para poderse ver en el cielo. Según Mt 24,30a, sea cual fuere la señal del Hijo de hombre, está señal debe ser visible en el cielo. Este parece ser un problema insoluble.

Pero también se puede pensar que la señal de Mt 24,30 simplemente esté refiriéndose a lo que 1Tes 4,16 dice: que el sonar de la trompeta de Dios y el descenso del Señor desde los cielos es simultáneo con la resurrección de los creyentes muertos en la fe.

En este caso, la señal del Hijo del hombre sería la resurrección. Esta interpretación une a Mt 24,30 y Mt 12,39-40 con 1Tes 4,16. La señal del Hijo del hombre, que es la señal de Jonás, es la aparición del Resucitado que convoca a los creyentes resucitados a su encuentro en el cielo.

Una confirmación insospechada

Que está última interpretación pueda ser la más correcta lo confirma un pasaje de la Didachē, un texto contemporáneo y cercano en su teología al de Mateo.12

Did 16,6-8:

6 Entonces las señales de la verdad serán manifiestas (τὰ σημεῖα τῆς ἀληθείας). Primero el signo de un rompimiento en el cielo, entonces el signo del sonido de una trompeta, y tercero signo, la resurrección de los muertos. 7 No de todos los muertos, puesto que ha sido dicho: “el Señor vendrá y todos sus santos con él”. 8 Entonces el mundo verá al Señor volver en las nubes del cielo…

En todo el pasaje se nota la cercanía a 1 Tes 4,16-17 y, por tanto, a la apocalíptica paulina, como a la apocalíptica de la escuela paulina, trasmitida en 2 Tes 2,1-12.

En Did 16,6-8 se reconoce la influencia de 1 Tes 4,16-17, con su triple esquema: fragor en los cielos, sonido de trompeta y resurrección de los muertos. Este mismo esquema lo hemos encontrado en Mt 24,30-31, y solo aquí en todos los sinópticos.

Por otro lado, en Did 16,1-5 se puede reconocer la influencia de 2 Tes 2,1-12 y Mt 24 con su esquema: la exhortación a la vigilancia y la preparación, la aparición de falsos maestros y el “descarrío” de los creyentes, la apostasía, la aparición del engañador que obrará prodigios y señales.13 En la Did 16,5 aparece una referencia a 2 Pe 3,7.

Este fenómeno de interconexión entre los textos cristianos que aparecen al final del siglo I no es fortuito. Nótese la cronografía de los textos: 2Tes (ca. 80-100 d.C.), 2Pe (ca. 100-120 d.C.), Stg (ca. 60-110 d.C.), y Did (ca. 100 d.C.). Sobre la importancia de 2Pe y Stg vamos a extendernos en un momento.14 Por ahora basta con decir que este mismo habla del crecimiento de la tradición paulina sobre la parusía. Si se estudia a Stg 5,7.8, se observará su cercanía a 2 Pe 3,8-10.

Stg 5,7-8

7 Hermanos, tened paciencia (μακροθυμήσατε) hasta la venida del Señor (τῆς παρουσίας τοῦ κυρίου). Fijaos en el labrador, que espera con paciencia que la tierra dé su precioso fruto, hasta recibir las lluvias tempranas y tardías. 8 Tened también vosotros paciencia (μακροθυμήσατε καὶ ὑμεῖς) y fortaleced vuestro ánimo, porque la venida del Señor se acerca (παρουσία τοῦ κυρίου ἤγγικεν).

2Pe 3,8-10

8 Pero hay algo, queridos, que no podéis ignorar: que, para el Señor, un día es como mil años, y mil años como un día. 9 No se retrasa el Señor en el cumplimiento de la promesa, como algunos suponen; lo que ocurre es que tiene paciencia con vosotros (ἀλλὰ μακροθυμεῖ εἰς ὑμᾶς), pues no quieren que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión. 10 El día del Señor llegará como un ladrón (ἥξει δὲ ἡμέρα κυρίου ὡς κλέπτης). Entonces los cielos se desharán con ruido ensordecedor; los elementos, abrasados, se disolverán; y la tierra y cuanto contiene se consumirá.

Todo el pasaje de Stg 5,7-11 resalta la paciencia (μακροθυμία) como la actitud que se debe tener ante la parusía. Es curioso que en esta exhortación a la espera, indudablemente debida a su prolongación, como lo deja ver la imagen agraria usada en el v. 8, se diga que la parusía del Señor “se acerca” (ἤγγικεν).

Así como Stg 5,7-11, 2Pe 3,5-13 enfatiza en la paciencia ante la dilación de la parusía. Pero el énfasis y las imágenes cambian. 2 Pe 3,8 recurre al Sal 90,4 para argumentar que es Dios, y no los creyentes, quien tiene paciencia y por tanto, espera que todos lleguen a la conversión.

La figura del “día del Señor que llega como ladrón” (ἡμέρα κυρίου ὡς κλέπτης) es similar en su tono y léxico a Mt 24,43 y 1Tes 5,2: “el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche” (ἡμέρα κυρίου ὡς κλέπτης ἐν νυκτὶ οὕτως ἔρχεται).15

Asimismo, la imagen de la conflagración, que es propia de 2 Pe 3,10.12, se acerca a las imágenes sinópticas, provenientes de Q, a textos apocalípticos judíos como el Henoc etiópico (1Hen 1,6-7), los Oráculos Sibilinos (3,54.60.72.84-87; 5,211) y la Vida de Adán y Eva (49); así como la teología estoica de la conflagración universal (ἐκπύρωσις). Si bien en 2Pe 3 no se usa este vocablo sino uno cognado (el verbo καυσόω), se puede ver la cercanía de imágenes, motivos y teología con las del estoicismo.16


Con estas anotaciones sobre la influencia de la escatología paulina sobre textos cristianos del siglo I terminamos nuestros comentarios sobre la parusía paulina. Solo nos falta reunir los análisis que hemos efectuado en una visión de conjunto. Esa tarea la dejaremos para el quinto y último artículo de esta serie.

Papá de Immanuel y Tobías, esposo de Biviana, católico y teólogo. Profesor en dos universidades y miembro de varios grupos de investigación.

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