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Imitación diabólica

Con relación al tema que nos compete, creo que la segunda definición que presenta el diccionario de la palabra “imitación” merece nuestra atención. Esta dice: “Objeto que imita o copia a otro, normalmente más valioso”. Creo que esto fue, exactamente, lo que sucedió con el Diablo-Satanás antes de su caída: quiso copiar a Otro infinitamente más valioso. Para ilustrarlo, la historia de la interpretación ha usado dos textos para aplicárselos al Diablo-Satanás. El primero: “Tú eras el modelo de la perfección, lleno de sabiduría y de exquisita belleza… Yo te ordené y te ungí como poderoso ángel guardián. Tenías acceso al monte santo de Dios y caminabas entre las piedras de fuego. Eras intachable en todo lo que hacías, desde el día en que fuiste creado hasta el día en que se encontró maldad en ti” (Ezequiel 28:12b, 14-15 NTV). Y el segundo: “Te creías un dios en el cielo pero fuiste derribado a la tierra… Te decías a ti mismo: ‘…Subiré más allá de las nubes, y seré como el Dios Altísimo’” (Isaías 14:12-14 TLA; cf. Lucas 10:18 y 1 Juan 3:8).

Como se podrá notar, esta imitación no tiene nada que ver con la que menciona Pablo: “Imítenme a mí, como yo imito a Cristo” (1 Corintios 11:1 NVI). O sea: con seguir un buen ejemplo o con esforzarse por hacer algo lo mismo o según el estilo de ese modelo que en el caso del versículo es Cristo (cf. Filipenses 3:17). Tiene que ver, más bien, con el modelo mismo, como cuando se copia un diamante y se hace pasar por original.

Pero esa imitación diabólica no se quedó ahí, es decir, en el corazón del Diablo-Satanás solamente, buscó entrometerla también en la creación perfecta de Dios. El relato del Génesis cuenta que la serpiente le dijo a la mujer: “¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios” (3:4-5 NVI). Ser una copia de Dios, entonces, en el sentido de igualdad (“se hace pasar por original”), fue algo demasiado atractivo para desestimarse, y la imitación se convirtió desde ese momento en un arma poderosa en manos del enemigo.

Otros ejemplos de imitación diabólica

Aquí entra en escena la primera definición de la palabra “imitación” que apunta al verbo “imitar” y significa: parecerse o asemejarse a otra cosa. Como el ser una imitación de Dios no se materializó, pero al advertir, sin embargo, que esto funcionaba para alcanzar los objetivos en su nuevo rol de diablo, el enemigo ha continuado usando “las copias” en su plan de confusión y destrucción. Permítanme presentarles las tres que considero de mayor relevancia para la iglesia hoy.

El medio de salvación

El original

La Biblia dice así: “Jesús les dijo: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se llega al Padre’” (Juan 14:6 PDT). Y antes: “Yo soy la puerta. Si alguno pasa por mí, se salvará. Podrá entrar y salir y encontrará todo lo que necesita” (Juan 10:9 PDT).

Dios deja claro, entonces, que el único medio de salvación posible para el ser humano es Jesús. Y salvación de qué, se podrían preguntar todavía algunos. De la paga del pecado que es muerte (Romanos 6:23; véase también Mateo 10:28). “Todos hemos pecado, y por eso estamos lejos de Dios”, escribió el apóstol en su carta a los Romanos inspirado por el Espíritu Santo (3:23). De ahí que todos necesitamos pasar por la puerta para llegar al Padre. Es un asunto de simple lógica realmente, ya que el ser humano, por mucho que se esfuerce, no podría salvarse a sí mismo de la paga del pecado, porque es pecador. Necesita de alguien que no lo sea para que ocupe su lugar. Ese es Jesús (2 Corintios 5:21; Hebreos 4:15; 7:26; 1 Pedro 2:22).

La copia

La enciclopedia dice lo siguiente del humanismo secular: la cosmovisión moderna del humanismo secular pretende la aplicación de la ciencia y la tecnología para la mejora de la condición humana. Como sistema filosófico organizado es relativamente nuevo, mas sus fundamentos pueden ser encontrados en las ideas de los filósofos griegos clásicos como los estoicos y los epicúreos, en el confucionismo chino y en el movimiento lokaiata en la India clásica. Estas posiciones filosóficas buscaban las soluciones de los problemas humanos en los seres humanos en lugar de Dios.

El medio de salvación aquí, evidentemente, es el ser humano mismo. David Jeremiah escribe lo siguiente en cuanto a su creencia unificada: “Dios, si existe, es irrelevante. La humanidad es la que manda, y los humanos están evolucionando biológica, social, gubernamental, y moralmente. Olvídate de responderle a un Creador santo. Nosotros somos responsables por nosotros mismos”.1 Lo que nombráramos antes como lógico, aquí es revertido, entonces, por el absurdo. Adaptando lo que dice la Escritura: ¿acaso puede un [pecador salvar] a otro [pecador]? ¿No caerán ambos en el hoyo? (cf. Lucas 6:39).

El medio de felicidad

El original

La Biblia dice así: “Repite siempre lo que dice el libro de la ley de Dios, y medita en él de día y de noche, para que hagas siempre lo que éste ordena. Así todo lo que hagas te saldrá bien” (Josué 1:8 DHH). “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4). “Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos…, sino que se deleitan en la ley del Señor meditando en ella día y de noche. Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen” (Salmos 1:1-3 NTV). “A los que dejen de hacer lo malo, Dios los bendecirá, pues les dará el derecho a comer de los frutos del árbol que da vida eterna” (Apocalipsis 22:14 TLA).

La felicidad, la verdadera felicidad (o esa sensación de gran gozo y satisfacción permanente) está, por consiguiente, en Dios; lo cual tiene sentido, pues lo único que puede ser permanente y seguro, es aquello que es eterno y perfecto.

La copia

La enciclopedia dice esto del hedonismo: [Este] se refiere a una familia de teorías, todas las cuales tienen en común que el placer desempeña un papel central en ellas. El hedonismo psicológico o motivacional afirma que nuestro comportamiento está determinado por deseos de aumentar el placer y disminuir el dolor. El hedonismo normativo o ético, por otro lado, no se trata de cómo actuamos realmente, sino de cómo debemos actuar: debemos perseguir el placer y evitar el dolor. El hedonismo axiológico, que a veces se trata como una parte del hedonismo ético, es la tesis de que solo el placer tiene valor intrínseco. Aplicado al bienestar o a lo que es bueno para alguien, es la tesis de que el placer y el sufrimiento son los únicos componentes del bienestar. El sitio en la red Ejemplos.net dice, además, que el hedonismo busca el placer para obtener placer, es decir, no se trata de algo que buscamos para obtener otra cosa, por lo tanto, el placer es un bien único y supremo.2

El medio de felicidad aquí, entonces, es el placer, esto es, si obtengo este bien, que forma parte de mi ser y cuyas pasiones y deseos son mi principal necesidad a cubrir (M. Onfray), voy a ser feliz. Una vez más, lo que dijimos que tenía sentido, aquí es revertido por el sinsentido de perseguir algo que es finito e imperfecto, para alcanzar ese estado de grata satisfacción que es permanente y seguro.

El Mesías y su enseñanza

El Cristo

¿Quién es el Cristo? Resumiéndolo en una palabra: es Dios encarnado. El evangelista inglés, George Whitefield, dijo en una ocasión: “Si Jesucristo no fuera Dios verdadero de Dios verdadero, nunca más predicaría el evangelio de Cristo”. La evidencia de esto, o sea, de la completa deidad y humanidad de Cristo, se encuentra en todo el Nuevo Testamento (Marcos 2:5-10; Colosenses 1:19; 3:13; Efesios 4:10; Hebreos 1:3; Mateo 4:2; 28:18; Juan 4:6-7; 11:35; Lucas 2:7). De ahí deducimos que ese evangelio de Cristo aludido por Whitefield es lo mejor para el ser humano, pues es la enseñanza misma de Dios (Juan 8:38; 15:15). Por hablar como M. Haykin: este es el evangelio que el Nuevo Testamento enseña: Cristo, completamente Dios, se hizo hombre por nuestra salvación, murió por nuestros pecados y resucitó de los muertos para darnos la victoria. Cree esto y serás salvo.

El anticristo

¿Cómo entender lo que la Biblia dice sobre el anticristo? Primeramente, habría que decir que, en español, el prefijo “anti” significa contrario, pero en griego tiene la idea de “en lugar de”. Por lo tanto, un anticristo vendría a ser toda persona que sustituya la enseñanza de Cristo por la de un cristo falso. El teólogo mexicano, Nathan Díaz, dice esto al respecto: “La descripción bíblica sobre el anticristo enseña que, más que una persona, el anticristo es un espíritu de herejía (1 Juan 4:3), un espíritu de apostasía que surge desde dentro de la Iglesia para engañar y apartar de la fe a muchos”3 (cf. Mateo 24:24). Obviamente, ese espíritu se manifiesta a través de las personas que le dan cabida, las que, como escribe Díaz, no son nada nuevo (1 Juan 2:18). Por último, en cuanto al “hombre de pecado” (o el “anticristo final”, por así decirlo) que alude Pablo en 1 Tesalonicenses 2:3-4, Díaz menciona lo siguiente: “[Este] anticristo final engañará a muchos con señales y prodigios, desde adentro de la Iglesia, asumiendo la autoridad que le corresponde solo a Dios y enseñando doctrinas falsas sobre la verdadera naturaleza de Cristo. Esto ha existido desde el primer siglo (ver 2 Timoteo 3:1-9, 2 Pedro 2 y Judas 3-4), pero se desatará a una escala global y más dañina justo antes de la segunda venida en la que Jesús mismo lo juzgará (2 Tesalonicenses 2:8; Apocalipsis 19:20)”.

Conclusión

¿A qué se llega con todo esto? Haciendo preciso lo que dijimos al inicio, a enfatizar dos puntos relevantes para la iglesia hoy. Primero, debemos estar alertas. Jesús le dijo a Pedro cuando le invadía la angustia en el huerto de Getsemaní: “Estén alerta y oren para que no caigan en tentación” (Mateo 26:41 NVI). “Las copias”, pues, son una tentación. El enemigo las usa para alcanzar, como ya se dijo, su objetivo de confusión y destrucción. Esto pudiera parecer trivial, pero no lo es. La naturaleza pecaminosa (“el cuerpo o la carne es débil”) es astuta, hábil para engañar o para lograr artificiosamente cualquier fin; sobre todo con lo concerniente a la tentación que confecciona Satanás.

Por eso tenemos hoy a muchos teólogos (y cristianos en general que les siguen o que reflexionan de la misma manera) que están concordando con un “humanismo camuflado” que dice que no solo en el cristianismo hay salvación o que hay muchas maneras de llegar al cielo. Buscar a Dios en una religión que no sea la de Cristo (una buena obra) y “ser bueno” es, al fin de cuentas, humanismo (cf. Isaías 64:6).

Como seguidores de Cristo —dijo David Wilkerson en uno de sus sermones—, debemos tomar a Dios en su palabra y aceptar como verdad lo que dice sobre nosotros. Esto significa que nuestro “viejo hombre” representa a alguien que todavía busca ser visto como recto ante Dios debido a sus propias obras. La conciencia de un hombre así lo hace sentirse culpable continuamente, pero en lugar de arrepentirse, se compromete a superar él mismo su problema de pecado.

Asimismo, tenemos a muchos cristianos que, consciente o inconscientemente, se han creído lo que promulga el hedonismo. De ahí que su gozo depende de las circunstancias: solo están felices si todo marcha bien y hay ausencia de dolor, de lo contrario viene la amargura, el desánimo, la depresión, el ceño fruncido, las respuestas agrias, la enajenación y las “irrealidades que se construyen para hacerle quite al sufrimiento” (J. Parodi).

Otro tanto son esclavos de la sexualidad y eso es lo que define su estado de ánimo, su identidad, su sensación de bienestar, y hasta sus interpretaciones de la vida y de las Escrituras (véase como ejemplo el artículo en TeoCotidiana: Dejando de amar al amor romántico sexual).

Y otros, simple y llanamente, se acercan a Dios “hedonistamente” buscando recibir de Él solamente lo bueno. Cualquiera que así haga, Job le dice: “Estás actuando porfiadamente o con falta de inteligencia o cordura” (2:10).

Y segundo, como lo expresara Díaz, lo que la Biblia dice sobre el anticristo es muy amplio. Tenemos suficientes descripciones para poder identificar confiadamente a los anticristos de nuestro tiempo. Sin embargo, debemos ser cautelosos en tratar de identificar al último anticristo. Este personaje sigue siendo, en gran parte, un misterio. Lo que sí sabemos es que será la manifestación más severa y cruel del espíritu que se opone a la iglesia de Cristo4.

En vista de ello, la lógica nos dice que debemos estar preparados. ¿Y cómo se prepara uno para esto? Empapándose del conocimiento de Cristo, pidiéndole su ayuda, dándole el control de todo a su Espíritu. “Cuando Cristo fue crucificado, era débil —dice la Escritura—, pero ahora vive por el poder de Dios. Nosotros compartimos con Cristo esa debilidad, pero gracias al poder de Dios también compartimos con él la vida” (2 Corintios 13:4 TLA). Asimismo: “El Espíritu Santo vendrá y los ayudará… [Él] les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he enseñado” (Juan 14:26 TLA). Y todavía: “Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no nos hace cobardes, sino que él es para nosotros fuente de poder, amor y buen juicio” (2 Timoteo 1:7 PDT).

Salomón Melgares Jr. es escritor, teólogo, informático y hondureño. Le gusta jugar ping-pong y el sabor de las galletas integrales mojadas en leche de soya. Actualmente reside con su esposa e hijo en la ciudad de Bandung, Indonesia.

4 thoughts on “Imitación diabólica

  1. Qué buen artículo! Un estilo ameno, sencillo pero sin restar en nada a la profundidad. Se nota su fundamento teológico al citar diversas fuentes y varias versiones de la Biblia. En cuanto al artículo muy consistente pero sobre todo, pertinente. Fue un agrado leer algo bien trazado bíblicamente y lo digo porque leo buenos autores y no tanto porque yo sea uno de ellos. Bendiciones a montón en su ministerio mi hermano Salomón.

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