Muerte al nazareno

Hace unos días leí reportes de noticias donde se contaba que varias iglesias en Chile fueron quemadas tras las manifestaciones que conmemoraban el primer aniversario de la ola de protestas de 2019. Quiero expresar, para comenzar, que soy cristiano. Soy aprendiz de Jesús. Amo a Jesús, y mi vida entera gira alrededor del Evangelio. También quiero decir que lo que sucedió en Chile es un hecho lamentable. La destrucción y vandalización siempre causan un sinsabor, y creo que no solo en mí. No obstante, quiero compartir unos pensamientos que me han surgido a raíz de leer tantas opiniones, sobre todo de mis hermanos cristianos, quienes en su mayoría, están totalmente escandalizados por estos eventos.

Resulta que la comunidad cristiana institucionalizada ha estado haciendo guerra contra muchos colectivos por siglos: cristianos contra brujas en el siglo XVI. Los cristianos (tanto católicos como protestantes) acusaban a una mujer de ser bruja, y solo con su palabra ya era suficiente para quemarla. Pero, ¡ay de que una mujer se atreviera a poner un dedo en un templo cristiano! Eso era una ofensa terrible.

Cristianos contra judíos en Europa y América. El pueblo judío ha sido perseguido por el cristianismo (catolicismo y protestantismo) por siglos. Martin Lutero, padre del protestantismo, del que nos llenamos el pecho de orgullo diciendo que derrotó a Roma, la gran ramera, era un antisemita de pura cepa, repudiador y perseguidor de judíos. A eso se le suma la Santa Inquisición Romana que persiguió a los judíos por toda Europa viéndose ellos obligados a huir a Latinoamérica, a donde posteriormente llegó también la Inquisición a seguirlos matando. Pero, ¡ay de que un judío se atreviera a poner un dedo en un templo cristiano!

Cristianos contra negros en América entre los siglos XVIII y XIX. La comunidad negra fue categorizada, por mucho tiempo, principalmente por los políticos de corte cristiano, como nacidos para ser esclavos obedientes. Si un negro se rebelaba contra su amo, era necesario que recibiera castigo divino porque esa era “la voluntad de Dios”. Pero, ¡ay de que un negro se atreviera a poner un dedo en un templo cristiano!

Cristianos contra ateos. La comunidad atea, aunque hoy en día goza de libertad de expresión, fue violentamente perseguida y discriminada durante los siglos XVIII y XIX. Eran enviados a prisión solo por ser acusados de ateos, se les negaban beneficios sociales, eran despedidos de sus puestos de trabajo, o separados de sus hijos por el bien de la cristiana crianza del niño. Pero, ¡ay de que un ateo se atreviera a poner un dedo en un templo cristiano!

Cristianos contra cualquier ideología política diferente a la derecha. Los adeptos de ideologías políticas alternativas lo han pasado mal tratando de abrirse camino. Hoy en día cualquier partido alternativo, goza de plena libertad de ejercer. Pero vayámonos unos siglos atrás, donde el conservadurismo (derecha) era la palabra absoluta de Dios y cualquier persona que se atreviera a decir no a la esclavitud, salud gratis, educación pública, sí al voto femenino, o los negros pueden ir a la universidad, era encarcelada, severamente torturada, exiliada, o asesinada. Claro. Es que los cristianos teníamos todo el derecho de hacer lo que se nos viniera en gana contra todo aquel que pensara diferente a nosotros. Pero, ¡ay de que un comunista mugroso pusiera un dedo encima de nuestros sagrados templos!

Cristianos contra homosexuales en todo el mundo. La comunidad LGBT ha sido perseguida, asesinada, torturada, y discriminada. Basta con salir del closet para que te den la espalda tus familiares, y algunos amigos. Basta con salir del closet para que en tu iglesia local hagan una reunión de junta y te excomulguen. Basta con salir del closet para que el director de la escuela donde trabajas ya no te deje seguir siendo maestro de primaria. Basta con salir del closet para que el pastor de tu iglesia te visite y te recuerde que “ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los borrachos, ni los asesinos entrarán al reino de Dios” comparando tu orientación sexual con delitos como el robo, y los asesinatos. Claro, es que nosotros los cristianos tenemos la absoluta razón porque es que “la Biblia lo dice” y si la Biblia lo dice eso me da todo el derecho concedido por Dios de hacer lo que, según mi juicio, es correcto hacer con los homosexuales. Pero, ¡ay de que un puto marica vaya a poner un solo dedo en uno de mis sagrados templos!

Puedo seguir ampliando la lista de todas las comunidades que el cristianismo ha perseguido, torturado, asesinado y discriminado durante siglos. Me doy cuenta, cuando estudio la historia, que el cristianismo tiene una deuda histórica enorme, el cristianismo tiene una deuda social gigante con el mundo. Tenemos una deuda de magnitud cósmica con mujeres (las que antes llamábamos brujas), judíos (religiones diferentes), negros (cualquier extranjero), ateos (cualquier pensador crítico), y homosexuales. Tenemos una deuda histórica descomunal con ellos porque nosotros, cristianos, somos los que lanzamos la primera piedra siglos atrás contra ellos.

No me sorprende que hoy en día, cualquier feminista, ateo, u homosexual se sienta enojado contra el cristianismo. No me sorprende que hoy una feminista se desnude en un templo y orine en el púlpito. Y es que nosotros cristianos quemamos a mujeres siglos atrás acusándolas de brujas. No me sorprende que hoy ellas quieran “profanar” nuestros templos en símbolo de protesta. No me sorprende que un ateo proteste en la calle con carteles de Jesucristo pintado como demonio. Porque fuimos nosotros, supuestos representantes de Cristo, los que los llamamos a ellos endemoniados primero, los despedimos de sus trabajos, les quitamos a sus hijos, y los encarcelamos por impíos. No me sorprende que un homosexual salga a desfilar con una bandera arcoíris que tiene la cara de Jesús tachada. Porque fuimos nosotros los que los tachamos a ellos primero. Fuimos nosotros los que los intentamos eliminar de nuestra sociedad por ser dizque una plaga. No me sorprende que hoy en día muchas personas quemen un templo, quemen una iglesia y la vuelven cenizas. No me sorprende. Sí me parece lamentable. Pero no me sorprende. Porque fuimos nosotros, los cristianos, los que primero quemamos a sus esposas, quemamos sus casas, volvimos añicos sus estudios, y convertimos en cenizas sus profesiones. ¡Y eso durante siglos!

Unos ciudadanos en Chile queman unas iglesias y las vuelven cenizas y nosotros los cristianos lo único que se nos ocurre hacer es decir: “quemar una bandera arcoíris es un acto de odio, pero quemar una iglesia es justa protesta social”. Si bien considero lamentable la destrucción y vandalismo, me pongo (como cristiano, como ser humano) en los zapatos de la gente que protesta, y puedo entender su enojo contra nosotros. Jesús nos llamó a amarlos a ellos, a amar a los diferentes, pero, en cuanto él se fue de este mundo, lo único que hicimos fue odiarlos, perseguirlos, matarlos, y torturarlos, todo en el nombre de Dios. Puedo entender que hoy la gente que protesta grite a todo pulmón “muerte al nazareno” porque efectivamente, ese nazareno debe morir, ese nazareno que se burla de las feministas, ese nazareno que le dice a los homosexuales “vos sos una abominación”, “vos sos igual que un ladrón, y asesino, y por lo tanto no entrarás en mi reino”, ese nazareno debe morir, ese que hace guerra contra las minorías, y que reclama la sangre de los ateos. Yo, como cristiano que soy, también creo que ese nazareno debe morir.

Como cristianos no estamos llamados a defender a Jesús. No. Los ateos, las feministas, los LGBT están en su absoluto y divino derecho de burlarse todo lo que quieran de Dios. Y Dios les da la libertad de hacerlo. No es mi llamado como cristiano defender a Jesús (como intentó hacerlo Pedro y Jesús lo reprendió fuertemente al hacerlo), sino participar junto con él de sus dolores. Como cristiano no debería yo quemar banderas arcoíris, sino acercarme a la comunidad LGBT y tratar de caminar en sus zapatos. Como cristiano no debería hacer guerra contra los abortistas, sino acercarme a las personas que abortan y tratar de entender sus decisiones y aprender a amar a aquel que hace algo que no me gusta.

La cristofobia existe porque nosotros cristianos la creamos. Nosotros fuimos el combustible que la inició. Es hora de dejar de hablar del nazareno. Es hora de matar al nazareno demoniaco que vivió en el espíritu cristiano tanto tiempo y persiguió, mató, torturó y discriminó a tantos. Y es hora de ser el nazareno que vino a sanar a leprosos, a caminar con putas y maricas, a ser amigo de ladrones y parias, a alimentar a pobres, a perdonar los pecados de ladrones, y a liberar a los oprimidos.

Cristian López Zuleta, conocido en redes sociales como Cristian Elezeta, es licenciado en lingüística y pedagogía, escritor apasionado, y músico de pasatiempo. Creador de contenido teológico en redes sociales.

2 thoughts on “Muerte al nazareno

  1. Amigo, te invito que investigues un poco más. Fue UN templo el que se quemó (no fueron varios), históricamente ese templo fue usado como centro de torturas acá en Chile, en tiempos de dictadura.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *