Con gran desespero y ansiedad observo el anhelo de muchas personas en que las autoridades del país anuncien de manera oficial que es momento de iniciar la transición hacia la normalidad.
En la búsqueda por la reactivación económica, las grandes empresas invertirán millones de dólares para seducirnos a comprar sus productos, que en su mayoría estarán dirigidos en tratar las emociones que han estado oprimidas por el aislamiento social: viajes a la playa, ofertas de paquetes turísticos al exterior, apetitosos créditos para obtener el vehículo deseado y muchas otras ofertas ilusorias saldran al mercado.
Del otro lado de la acera, el liderazgo de las iglesias clama a Dios por ese regreso a sus actividades eclesiásticas normales con las cuales afirmarán su identidad, se estabilizarán financieramente y quizá la membresía crezca como consecuencia del miedo apocalíptico que azotó a la población.
Ahora bien, ante todo lo descrito anteriormente, ¿qué es lo normal, dentro de la perspectiva de la Biblia y del evangelio para los seguidores de Jesús? Me adelanto en afirmar que en su gran mayoría todos esos deseos de regresar al estilo de vida anterior, tanto en lo personal, familiar y eclesial distan mucho de lo que para Dios es normal.
Con el fin de proponer un análisis a mi afirmación anterior te invito a reflexionar en lo siguiente.
En el libro del Génesis, capítulo uno y dos, se nos habla del huerto del Edén, todo fue creado desde la mente sapiencial de Dios y la pareja de humanos son plantados como administradores de aquella majestuosa finca.
Ahora bien, vivir en el Edén era lo normal para Dios, esta pareja gozaba de: relación armoniosa con su creador, el poder disfrutar y ser mayordomos de la creación (flora y fauna), convivían en igualdad y, finalmente, vivían en una dependencia absoluta de Dios, quien había establecido cronológica y orgánicamente su sustento alimenticio a través de la producción de la tierra.
Sin embargo, esta normalidad establecida perfectamente por Dios es estropeada, al emerger el deseo humano por crear desde su propia sabiduría otra forma de hacer vida. Adán, Eva y toda la creación cayeron en otra normalidad, la cual hasta el día de hoy ha estado gobernando, generando los más destructivos eventos, que se dejan ver tanto en las relaciones interpersonales como también en la naturaleza.
El siguiente ejemplo tiene conexión vivencial con lo que la gran mayoría de la sociedad está viviendo, el aislamiento que sufrió Noé y su familia, y la gran cantidad de animales en tiempos del diluvio, tal como lo narra el libro del Génesis en los capítulos siete y ocho. Fueron aproximadamente trescientos cincuenta días que estuvieron en el arca. Después de esta larga jornada de confinamiento estaban preparados para rehacer sus vidas con total normalidad.
Dios había ejecutado un plan de purificación, con el propósito de reincorporar al ser humano y los animales en su normalidad. Él había destruido toda la cotidianidad del ser humano porque en ella se había manifestado la presencia del pecado estructural, querer ser dios. Al salir de la cuarentena de preservación, Noé y su familia, siendo los comisionados a fecundar las semillas de una vida nueva en armonía con el medio ambiente, tan solo días después de estar en esa tierra purificada y vuelta al diseño divino el pecado saltó una vez más.
Por cuestiones de tiempo no podemos profundizar en los detalles, pero algunos estudiosos de la Biblia afirman que la maldición de Noé sobre su hijo Cam se dió por mirar la desnudez de su padre y por efecto esta cayó en Canaán, su nieto, la cual involucró un acto de incesto. Noé se había embriagado, con vino producido por una vid que había crecido orgánicamente, reflejo de esa purificación de la tierra, maldecida en el Edén caído.
Por otra parte, en lo que concierne a nosotros, esa desesperación por volver a nuestros imaginarios y así continuar con lo que hemos denominado y estructurado “normal”, te pregunto: ¿qué es normal?
- Normal tiene que ver con seguir contaminando y destruyendo al medio ambiente. En uno de mis viajes a África, llegué al Masai Mara y como lo normal es hacer tour a los prados de color dorado para mirar los animales, los cuales huyen del flash de las cámaras, observé leones. Hoy lo normal de Dios volvió a muchos lugares de África, una imagen cautivó mi corazón en días atrás, un león tomando una siesta en una de las casetas que los turistas usaban para verles.
- Normal es continuar la discriminación hacia el otro u otra.
- Normal significa perpetuar el abuso y matanza de mujeres.
- Volver a hacer cultos desvinculados de la misericordia.
- Normal es favorecer el desarrollo industrial a expensas de los daños colaterales en la capa de ozono y mantos acuíferos.
- Normal es continuar con las expropiaciones, maltratos y abandono a los pueblos originarios.
- Normal será insistir en las campañas de captación de dinero, canjeado por milagros, en medios de comunicación cristiana.
- Normal es seguir levantando caudillos (dioses) en las iglesias.
- Normal es continuar tapando con sotanas y corbatas la pedofilia y otros abusos sexuales.
- Normal es seguir con auditorios abarrotados de congregantes que llegan a consumir prédicas sin evidenciar transformación.
- Normal es seguir cantando lo que no vivimos.
- Normal es seguir declarando el mesianismo de políticos como los redentores de países.
A causa de todo lo anterior, podemos caer en una decepcion total o bien quedarnos a la deriva, aceptando que si Adán, Eva y Noé, y sistemáticamente toda la raza humana han fallado estrepitosamente, volver a la normalidad de Dios es una utopía.
Personalmente me resisto a aceptar esa postura. En Jesús y su evangelio encontramos las maneras de regresar a la normalidad planeada originalmente, iniciando conmigo, con lo que tengo y con quienes convivo.
¿Qué es normal para el evangelio? Sencillamente, hacer todo lo contrario a lo anteriormente mencionado. Efectivamente, no podemos cambiar el mundo, pero sí podemos cambiar nosotros, hacer transformaciones en la forma de hacer iglesia, de hacer familia, de proteger el medio ambiente, de tratar a los demás, más allá de lo que sean.
No podemos hacer las de Noé y su familia, salir de esta cuarentena para repetir los mismos patrones conductuales. Estamos a las puertas de una extraordinaria oportunidad para hacer nuevas muchas cosas, usando la creatividad, la colectividad, la unicidad con otros, desde la base de los valores de Dios.
Finalmente te pregunto, ¿estás dispuesto a renunciar a esa normalidad de consumo, explotación, individualismo, hedonismo, materialismo, abuso, religiosidad moralista?
¡Señor, no quiero regresar a mi normalidad, por tu misericordia regrésame a lo que tú planeaste que fuera mi normalidad!
Pastor, Conspirador por un mundo mejor desde el Evangelio.