girl standing near brown building during daytime

Somos lo que dijo Jesús

Cuando TeoCotidiana nos pidió escribir, nuestra primera respuesta fue “no”. Nos parecía un desafío y una responsabilidad muy grande, el de exponer nuestro punto de vista y a la vez nuestra experiencia como mujeres en el “ministerio”.

Debemos empezar por decir que es una pequeña luz que se enciende, el que hoy en día se levanten voces para hablar y discutir acerca de que es hora de reconocer y abrir los espacios eclesiásticos en igualdad para hombres y mujeres. Es el momento de dejar de ver a las mujeres en la iglesia desde un contexto cultural atravesado por el machismo que les otorga solo determinadas tareas, que las mira como un simple accesorio del predicador en turno o que las considera un ser incompleto para ejercer su liderazgo sin tener una figura masculina al lado.

Somos Kelia y Lizeth Mussy dos hermanas residentes en Cartagena – Colombia, nacidas en un contexto 100% cristiano y estas son nuestras historias. 


Yo soy Lizeth Mussy,  he servido a la iglesia local desde mis 10 años. He ocupado muchos cargos de liderazgo y he aprendido de la vida eclesiástica con sus luces y sombras. Ser mujer en el ministerio no es fácil. Indudablemente estamos atravesados por un contexto machista que muchas veces se enseña como “doctrina bíblica”.  Donde debías vestirte de forma “decorosa”, porque eras tentación para los hombres si tu blusa no era lo suficientemente larga como para cubrir tu área pélvica, o si el pantalón era blanco (en algunas instituciones religiosas, esto del pantalón en la mujer ni siquiera se piensa, la mujer debe usar falda, como requisito de “santidad”). Si tu cuerpo tenía muchas curvas lo ideal es que usaras ropa que no marcara tu figura, sin embargo siempre era un requisito maquillarse, arreglarse, entaconarse y estar siempre arreglada. Pero solo para determinadas actividades eclesiásticas.

En mi caso fui la excepción, Dios me concedió la gracia de llegar a ocupar posiciones que normalmente no eran para una mujer y menos joven y soltera. Mis aspiraciones en cuanto al servicio a Dios y al estudio teológico no eran compartidas, e incluso fueron cuestionadas por las mismas mujeres, ya que aspirar a servir a Dios a tiempo completo sin aspirar a ser la “esposa de” a algunos les resultaba y les resulta inconcebible; sin embargo eso no me impidió estudiar en un Seminario Teológico y amo con todo mi corazón conocer y descubrir el maravilloso mundo de la teología y la libertad que esta puede ofrecer. Aún recuerdo escuchar personas con quienes compartía el liderazgo, lamentar el hecho de no contar con un hombre como mano derecha y tener que hacerlo en su lugar conmigo, jeje castigo divino. 

Nunca me cerró la idea de que Dios tenía un lugar superior para los hombres o que las mujeres solo fueran llamadas para ser la que saluda antes de que su esposo predique o la que cuide los niños. Tengo un Jesús feminista, por muy controversial que pueda ser para algunos este término. Mi Jesús incluye y le da lugar a los menos favorecidos, un Jesús que dignificó a la mujer en medio de un ambiente social y religioso que la anuló por completo. Eso me permitió verlo en medio de las realidades machistas que he atravesado a lo largo de mi vida.


Yo soy Kelia Mussy nací y crecí en un contexto cristiano conservador, pero me preparé en el servicio a Dios y me sumergí en todo este caminar desde mis 17 años, me formé, aprendí, hice parte del liderazgo de jóvenes y adolescentes, y posteriormente fui al seminario teológico a estudiar. Y en cada uno de esos espacios pude ver como ser mujer es toda una “desventaja”.

Muchos hombres se sienten amenazados si eres una mujer que tiene liderazgo y das tu opinión. Parece ser que te va mejor si eres sumisa y callada.  

Y esto lo escuché siendo predicado en una institución teológica, sentada allí en mi silla no podia creer que alguien le aconsejara a las chicas que no fueran tan inteligentes, porque eso no le gustaba a los hombres. Los hombres las prefieren brutas, versión cristiana. De igual forma las eternas charlas de  que somos responsables por los “deseos” que despertamos en los hombres con nuestra forma de vestir, de maquillarnos, de hablar. Con nuestras fotos, con nuestros post. Nos responsabilizan a nosotras por lo que vive en su corazón.

Fui definida por una autoridad religiosa como una “simple cara bonita” y tuve que ver cómo amigas y mujeres que admiro fueron silenciadas en sus llamados porque quien debía sobresalir era su esposo, no ellas. Pero en medio de todo siempre he sido una mujer contracorriente, deseosa de ver a Dios, no de lograr agrados humanos. Y Dios está, cercano y maravilloso, en medio de la historia que nos relega, llevándonos a lo que él trajo a nosotras, igualdad y libertad. En medio del veto de silencio él sigue subiéndole el volumen a  nuestra voz. 


Con todo este transitar y luego de años de pertenecer a una congregación formal, decidimos dejar todo y dedicarnos a aquello que nos mueve el corazón. Y es la gente que no conoce a Jesús y la que alguna vez habiéndole conocido, hoy no quiere saber nada de iglesia ni de Dios. Tenemos un fuerte deseo por ser parte de la sanidad de corazones que han sido heridos por el abuso espiritual. (Otro día hablaremos de eso, si Teo nos lo permite, jajaja)

Así nació Oikos – Comunidad de fe y amistad. Un grupo de amigos que se reúnen a hablar de Dios entre comida, juegos y conversación. Porque nos gusta mucho hablar, jajaja.

Algunos dicen que somos rebeldes, otros creen que somos arrogantes, otros que ¿con qué autoridad hacemos esto? Probablemente para muchos somos “antibíblicas” y no es nuestra intención defendernos ni lograr el aval del hombre. Oikos, nuestra pequeña comunidad de fe, surge como la necesidad de acercarnos a Jesús de una manera sencilla y auténtica, sin pretensiones de grandeza ni de que somos “la innovación”. Solo somos un grupo de amigos que queremos conocer a Jesús. 

Sin embargo no ha sido un camino facil, causó mucho revuelo, se dijeron tantas mentiras y quienes creíamos que se alegrarían, como antes lo habían dicho, nos dieron la espalda. Seguir los sueños de Dios puede ser un camino solitario y doloroso, y mucho más si eres mujer. Pero Oikos ha sido la mayor bendición que Dios nos ha podido regalar, no es un lugar perfecto pero sí muy real. No nos consideramos pastoras, hablando de títulos y jerarquías eclesiásticas, sino que con nuestros aciertos y errores somos dos mujeres que hemos puesto nuestra vida al servicio de Dios y de aquellos a quienes Él nos ha regalado. 

El objetivo de este artículo, más allá de contarte nuestra historia, es animar a las mujeres que nos leen a descubrirse y a levantar su voz. A vivir un evangelio que te dignifique y que no tenga niveles bloqueados para ti, solo por el hecho de ser mujer. Somos más que “ayuda idónea” de la manera como nos lo han querido vender, somos más que Proverbios 31 y, definitivamente, somos más de lo que dijo Pablo y hoy se mal utiliza: SOMOS LO QUE DIJO JESÚS. 

Kelia Mussy, Abogada. Bachiller en teología. Aprendiz de escritora.

Lizeth Mussy, Bachiller y aprendiz de teología. Amante de la música y el diseño.

Hacemos iglesia con Amigos en Oikos, Cartagena.

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