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Buscando la cara de mujer indígena de Dios

Juana llegó a mi casa para su entrevista con un saco de papas y habas recién cosechadas del terreno de su familia y con charque (carne seca de llama), un regalo por recibirla en mi casa. Juana y yo hemos sido amigos y colaboradores desde 2015 cuando nuestros caminos se cruzaron en nuestra búsqueda mutua para crear espacios para voces indígenas en la iglesia cristiana. Desde ese encuentro hemos compartido mucho, incluyendo nuestras casas, y estoy muy consciente de la ética de reciprocidad en su cultura aymara, pero no fue hasta un par de días después de nuestra entrevista mientras pensaba en lo que ella había dicho que me di cuenta que su regalo era más que simplemente la reciprocidad—fue un acto teológico. Dios tiene cara de mujer, y Dios tiene cara de una persona indígena.

Invité a Juana a mi casa para hacerle una pregunta: ¿Cómo teólogas indígenas en América Latina perciben el rol de voces indígenas y femeninas en la teología en medio de un ambiente eclesial dominado por el hombre occidental? Admito que la pregunta surgió porque justo estuve trabajando con Juana y nuestra compañera Jocabed en un artículo que busca destacar a algunas teólogas indígenas y era un poco difícil encontrar a mujeres para poner en el artículo. También, como mencioné arriba, nuestro ministerio enfoca en cultivar espacios para voces indígenas en la iglesia y mientras siempre tenemos a algunas mujeres que participan en nuestros eventos Jocabed y Juana son las únicas que han tomado liderazgo en este proyecto.

Entonces en mí nació esta curiosidad, como mujeres indígenas que se encuentran justo en el nexo del patriarcado, el colonialismo y la supremacía blanca tanto en la Sociedad como en la iglesia, ¿Qué entienden ellas como la necesidad de escuchar voces como las suyas? Después de haber trabajado con estas mujeres y conociéndolas bien, quería ser más intencional en conocer su perspectiva sobre esta pregunta y aprender de ellas. Ya tengo mis propias ideas sobre por qué a los y las indígenas y a las mujeres debemos escucharlas, pero yo quería escuchar qué es lo que pensaron y sintieron ellas en cuanto al tema. Y no me decepcionaron. Como veremos abajo, igual Jocabed como Juana prácticamente ignoraron mi pregunta inicial para hablar a la cuestión más profunda detrás de mi pregunta: ¿qué es la teología, quiénes son los/las teólogos/as, y quién define estas cosas? Con su pregunta y sus respuestas ellas nos invitan a otra manera de saber y ser, la cual vamos a explorar aquí.

Para poder entrar más profundamente en mi pregunta y sus perspectivas, escogí hacer una entrevista con cada una aparte. Abrí la conversación con las dos con la misma pregunta: ¿Por qué crees que hay tan pocas teólogas indígenas, o por qué si hay no son tan visibles? Reconozco que soy un hombre blanco escribiendo sobre las palabras de dos mujeres indígenas, pero espero retratar fielmente sus voces a través de un método dialogal que aprecia sus experiencias subjetivas, e incluyo la transcripción entera de las dos entrevistas para asegurar que no he representado mal sus palabras.

Las Entrevistas

Jocabed y Juana

Jocabed es una mujer guna urbana de Panamá que se crio en un barrio guna y pasó unos años en las islas de su pueblo mientras sus padres trabajaron con la iglesia bautista. Pasó 16 años como misionera trabajando con estudiantes universitarios en su ciudad, el capital de Panamá, pero hace cuatro años lo dejó para seguir un llamado que sintió para servir a su propio pueblo y para ayudar a pueblos indígenas en Abya Yala a buscar a Jesús a través de su propia cultura e historia y las escrituras y ahora sirve como directora de Memoria Indígena.

Juana es una antropóloga aymara de El Alto, Bolivia. Se crio en su comunidad rural y a una edad muy joven se trasladó con su familia a la ciudad y hoy divida su tiempo entre la ciudad y la tierra y comunidad de su familia. Juana es una esposa y una madre. Su padre era un pastor de la iglesia de los Amigos toda su vida y sigue siendo un anciano muy respetado en su comunidad.

Ambas mujeres son bastante distintas para mujeres indígenas en el sentido que las dos tienen títulos universitarios y estudios superiores en teología. Y las dos han dado mucho tiempo pensando en la relación de su fe con su herencia cultural y cosmovisión. Jocabed está más involucrada en círculos internacionales debido a su trabajo con grupos como Langham, Visión Mundial, IFES, y la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL), mientras Juana ha sido más contenta enfocar su vida y trabajo en su pueblo de origen.

Mientras les entrevisté por separado, emergieron algunos temas epistemológicos y ontológicos en común. Las dos ciertamente tienen voces y énfasis distintas, pero los puntos en común que las dos tocaron serán el enfoque del resto de este artículo. Las palabras que siguen son mayormente paráfrasis o resúmenes de los pensamientos de estas dos mujeres.

Teología y teólogos/as

Como mencioné en la introducción, ambas mujeres no vacilaron en mirar más allá de mi pregunta sobre dónde están las teólogas indígenas para señalar que la manera que una persona define teólogo, y por tanto teología, cambiará dónde busca y qué ve y por lo tanto quien es “invisible.” Las dos dijeron que si no ves a alguna teóloga indígena es porque no estás mirando. Como señaló Jocabed, esto es fundamentalmente una cuestión de epistemología (1:6-8). El punto de vista sistemático, científico occidental ha puesto la teología en categorías académicas que limitan cómo miramos, dejando fuera a muchas que piensan y expresan sus ideas y experiencias de Dios de formas distintas y por lo tanto perdemos la teología en el mundo indígenas y femeninas. Jocabed insiste que debemos cuestionar quién decidió que la teología se define por esto o el otro y que solamente se hace aquí o allá. A través de este cuestionamiento debemos “descolonizar nuestras miradas” para que podamos ver lo que es la teología en el mundo indígena (3:73-75). Entonces sí hay teólogas indígenas—y muchas—y tienen cosas importantes para enseñarnos si tenemos ojos para ver y oídos para oír.

¿Quiénes son los teólogos?: La “invisibilidad” de la mujer indígena en la iglesia

Las dos mujeres hicieron notar que si solamente estás buscando en los institutos bíblicos, seminarios, universidades o en las librerías, que no vas a encontrar a muchas de ellas. No solamente porque son pocas en esos espacios sino también por la naturaleza competitiva de estas instituciones que las mujeres indígenas presentes en esos espacios tienden a ser más invisibles. Están ahí y ofrecen perspectivas distintas desde sus contextos, pero los de la academia que definan la teología lo hace muy difícil para escucharlas.

Irónicamente, como señaló Juana, en América Latina la iglesia en general, y tal vez más en comunidades indígenas, está llena de mujeres (1:23-26). Hay muchas iglesias compuestas de solamente mujeres y niños y niñas. Entonces cuando preguntamos por qué las mujeres no están visibles, obviamente es porque no estamos apreciándolas donde están. Juana observa que su estado invisible es porque la Sociedad dominante las ha relegado al mundo “privado,” mientras el mundo “público”—el mundo estimado como más importante o poderoso—es el dominio del hombre (1:26-2:35). El mejor ejemplo en la iglesia es el pastor. El pastor ocupa el ámbito visible y masculino y por tanto representa la versión “autorizada” de la teología, mientras el mundo escondido, privado, profundamente experimental y directamente vivido de la mujer no produce teología “real” (Juana 3:102-106).

Interesantemente, ni Juana ni Jocabed insinuaron jamás que la solución es que la mujer debe ocupar este espacio público o “masculino” para femenizarlo. De hecho, Juana sugirió que tal vez la mayoría de mujeres aymaras no tienen ningún interés en “visibilizarse.” Están contentas en el mundo que los hombres les dejaron donde pueden quedarse conectadas a su mundo local—la tierra, la familia—porque para ellas la fe es una experiencia profundamente personal:

Ciertamente como dicen las mujeres en nuestras comunidades [usa frase en aymara]. Es decir “vivir en las cosas de Dios es una cosa del corazón.” Es decir, como que, asociamos nuestra relación divina, nuestra relación espiritual, algo muy profundo que nos corresponde a cada ser humano. Y que no necesariamente tiene que estar en plataformas (Juana 2:59-63).

Tenemos que aprender a ver la mayoría femenina en la iglesia como un regalo para apreciar y honrar.

¿Qué es la teología?: La teología por muchos medios

Entonces si vamos a ver a la mujer indígena y valorar su contribución a la iglesia y la teología primero debemos tomar un paso atrás y cuestionar lo que quiere decir “hacer teología.” Las dos mujeres hicieron notar que la idea que tiene una persona de la teología depende de sus suposiciones culturales. De hecho, el término “teología” en sí misma es un concepto occidental ajeno a los pueblos indígenas donde la vida es indivisible. Lo que nosotros de formación occidental llamaríamos “teología” no puede separarse de la vida social y política diaria del pueblo y sus relaciones entre personas y con la tierra. Muchas personas como el pueblo Guna tienen una regla de vida y un cuerpo de sabiduría tradicional al cual no etiquetarían como teología, pero se trata de cómo vivir en relación correcta con Dios, la tierra y otras personas.

Hay muchas maneras de expresar esta teología. Para la mujer guna es en el tejido de su mola y al cantar canciones a sus hijos y nietos que pasan su sabiduría y conocimiento de cómo caminar bien. La teología se hace en la vida diaria, en las formas que nos interactuamos y en nuestra relación con la tierra. La teología es experiencia vivida.

Las dos tocaron este tema de la teología como experiencia vivida. Jocabed dice que se hace la teología desde la comunidad y que teología indígena no se trata solamente de cómo entienden a Dios, sino cómo viven con Dios (1:28-29, 4:115-116), y Juana profundizó aún más esta idea. Ella cree que mujeres aymaras están haciendo teología por la conexión simple y directo que tienen con Dios como lo experimentan profundamente en sus vidas diarias. Ellas no escriben teología. La viven. Esta conexión directa y profundamente personal que sienten con Dios significa que estas mujeres tienen mucho que enseñar a la iglesia sobre la fe. Esta fe y esta comunión con Dios están vividas a través de la relación con el prójimo y con la tierra. Este tipo de teología no necesita ser publicada o debatida en una plataforma pública. De hecho, Juana observa, esa manera de producer y compartir el conocimiento es muy occidental, pues en la comunidad indígena el conocimiento se hace y se comparte a través de la vida diaria y las mujeres comúnmente las que son las portadoras de este conocimiento (2:69-3:81). “Entonces ahí vemos a muchas mujeres teólogas que en la praxis realmente nos enseñarían bastante lo que significa ese vínculo y esa relación [con Dios]” (Juana 3:115-116).

La importancia de escuchar las voces de las mujeres indígenas

¿Entonces dónde nos deja todo esto? Si somos capaces de ver con ojos nuevos y dejar atrás nuestros conceptos de lo que es o no es la teología y quién lo hace, ¿qué ganamos? Las dos mujeres están de acuerdo que existe una riqueza increíble en la diferencia. Es importante escuchar otras perspectivas y descubrir otras formas de conocer porque ahí encontramos a Dios. Los pueblos indígenas pueden enseñarnos no solamente hablar de Dios sino realmente a vivir y caminar con Dios. Las mujeres indígenas en particular tienen una manera única de entender su relación con Dios, su prójimo, la familia y la tierra y todos y todas podemos aprender mucho de ella. Si deseamos conocer más a Dios, Conoceremos a Dios a través de un diálogo con personas y pueblos que conocen a Dios de otra forma. No solamente tienen conocimiento que podemos aprender, sino mujeres y pueblos indígenas tienen una forma de ser que nos puede enseñar mucho. Sugiero que una de esas formas especiales de ser que mujeres indígenas en particular tienen para enseñarnos es como estar y ser en un lugar, conectados a la tierra, un hogar, una familia, un pueblo y a Dios.

Después de escuchar a estas mujeres podemos ver que sus vidas han sido marcadas también por la suposición cultural latina que ha influido fuertemente en la cultura evangélica que el lugar de la mujer es en la esfera privada del hogar. Sin embargo, mientras las dos de paso tocaron el tema brevemente, ninguna de las dos se enfocó en directamente atacar sistemas patriarcales ni machismo institucionalizado. Más bien mantienen el enfoque en la mujer indígena y su experiencia (Juana 1:5-9). Al hacer esto creo que realmente quitan el poder de estos mismos sistemas. Si lo miramos desde el marco de la hegemonía de Gramsci, estas mujeres reconocen la hegemonía de la masculinidad en el espacio público y del hombre blanco en el espacio teológico “formal” (Gramsci 1971; Illicachi Guzñay 2017). Sin embargo, no se definen a sí mismas ni a otras mujeres indígenas cristianas en contraste con esta hegemonía o como si estuvieran luchando para confrontar y resistir las prácticas de la dominación del hombre occidental como otros teóricos sociales intentarían enmarcarlas (Foucault 2008; Illicachi Guzñay 2017).

Yo creo que al evitar o sobrepasar el tema y más bien enfocarse en sus propios espacios e historias, los espacios de donde hacen su teología, ellas esencialmente desempoderan la hegemonía masculina de la iglesia al hacerla irrelevante. Están recuperando su “otra historia” donde la mujer tiene valor en sí misma y no solamente en relación al hombre, donde están presentes y activas “aunque había sido ocultado por una concepción patriarcal de la historia que reducía lo femenino a la esfera privada” (Gebara 2010, 53). Los hombres quizás piensan que han definido el espacio femenino, pero estas mujeres están contentas haciendo teología en sus propios espacios sin ver una necesidad de ocupar el supuesto espacio “masculino.” Me parece que como mujeres indígenas que han estado en el espacio teológico formal y público ellas entienden que mujeres dentro de la institucionalidad, con cualquier contribución valiosa que puedan dar desde ahí, están limitadas todavía por la forma masculina de ver el mundo que define esas instituciones (ibid.).

De hecho, mientras hablaron de la teología, ninguna mencionó la Biblia. Hablan de leer el mundo, el tejido, la canción, la experiencia vivida y la conexión íntima con Dios, el hogar y la tierra. ¿Podría ser que hacer teología desde la Biblia está demasiado cautivo al marco masculino e instituciones patriarcales (Gebara 2010, 58-60)? Así llegué a ver el regalo de Juana como un acto teológico. Es una teología encarnada.

Repensarlo así significa que tenemos que ver el conocimiento como particular, local, personal y encarnado, como lo ven Juana y Jocabed. Me llamó la atención como las dos están muy conscientes de la relatividad de la experiencia humana y el alcance limitado de sus interpretaciones. Hablan desde sus experiencias. No desean hablar “en nombre de” las mujeres indígenas, sino desean hablar de una manera que provee una plataforma para otras voces de mujeres indígenas que no son completamente separadas de sus propias voces.

Lo que están proponiendo en este espacio u “otra historia” es una integración de la teología y la espiritualidad que toma en serio la experiencia vivida para que “se puedan plantear preguntas difíciles y agudas sobre la naturaleza de las creencias y prácticas religiosas” (Pattison and Lynch 2005, 391, 413). Es una especie de teología práctica, pero una que se vive más que se reflexiona intencionalmente. Las preguntas que están preguntando revelan lo que se podría llamar una hermenéutica feminista y poscolonial de la sospecha. Leen el mundo de una manera que observa atentamente cómo la cultura dominante coloca a las mujeres en ciertos lugares, cuestionando estas estructuras de desigualdad (Gebara 2010, 52).

También me llamó la atención como las dos mencionaron, casi de paso, que “hacer teología,” como un estudio sistemático de Dios, no es una actividad realmente indígena, y varios otros pensadores nativos han hecho la misma observación (Smith 2010, 73). Para ellas, la religión es una parte integral de la vida diaria, no el resultado de formular algún tipo de doctrina o credo.

Mientras no atacan directamente el edificio del espacio teológico dominado por los hombres, yo creo que el discurso de Jocabed y Juana no es neutral, más bien ellas desenmascaran y deconstruyen la teología masculina hegemónica interrumpiendo los esquemas de mantenimiento del poder bajo el sistema que yo y muchos más habíamos presumido ser permanente (Armour 1999, 3). Sus preguntas y observaciones sirven para “desglosar los elementos del pensamiento teológico tradicional para analizarlos, desestabilizarlos y descalificarlos de hablar por todas personas y todas las culturas” (Ventura 2000).

Conclusiones

Cuando pienso en las palabras de estas mujeres, me recuerda del encuentro de Elías con el suave murmullo de Dios (1 Reyes 19:11-13), y también la proclamación de Zacarías que la obra de Dios “no será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu” (4:6). Pienso en las palabras de Jesús que los últimos serán los primeros en su reino, que el reino de Dios les pertenece a los pobres, que los humildes recibirán la tierra como herencia, y ay de ustedes cuando todos los elogien. Estas mujeres están mostrándonos una manera de buscar a Dios, y encontrarlo, al prestar atención a lo que el mundo, y demasiado a menudo la iglesia, ha considerado innecesario o indigno. Están invitándonos a participar en el reino al revés de Jesús, un reino lleno de paradojas donde los últimos son primeros. Entonces si realmente queremos ser parte del reino, si queremos heredar la tierra, ¿dónde mejor ir que a los útlimos (según los criterios de los poderosos), las pobres, las humildes, el suave murmullo de la mujer indígena?

Si realmente escuchamos a lo que tienen que decir, ¿qué concluiremos? ¿Qué cambios efectuaría en nuestra iglesia si descolonizamos nuestra mirada y abrimos nuestra definición limitada de la teología? Creo que tenemos que reconocer que están invitándonos a ver que la teología es algo que se puede (y se debe) hacer con las emociones, con el cuerpo, y en comunidad con toda la creación. Como Vine Deloria también nos señala, ellas nos obligan a ver que aun las teologías feministas y posmodernas están basadas en un marco epistemológico occidental y eurocéntrico y que la teología indígena tiene que estar basada en epistemologías indígenas “y la construcción de una nueva síntesis más comprensivo del conocimiento y experiencia humana” (1999, 106). Y esto nos trae de nuevo al punto de Juana: que desear hacer visible la teología de mujeres indígenas no es suficiente, más bien tenemos que primero preguntarnos ¿cómo las visibilizamos? ¿Solamente se trata de ponerlas en espacios que la sociedad dominante valora? ¿O debemos transformar los valores de la sociedad y las estructuras de la iglesia para que las veamos en el lugar donde están?

En este caso, Juana y Jocabed están llamándonos a volver a un pensamiento centrado en el lugar (Jennings 2017). Y empiezan con el espacio de la mujer indígena. Y como concluye Juana, los que están tan preocupados por hacer visibles a las mujeres indígenas en la iglesia solo necesitan ir a verlas y conocerlas. Tenemos que compartir su mundo, entrándolo en vez de mirarlo desde lejos. Tenemos que ir a ellas, no esperarles a que vengan a nosotros y que hagan teología bajo nuestros términos. Si quieres aprender de estas teólogas, tienes que reunirte con ellas en su territorio, sentarte con ellas, escuchando y aprendiendo a través de compartir la vida juntas y juntos. Solo está con ella porque ella es, y está bien que ella es como es. No la favorezcas simplemente porque queremos derrocar el patriarcado colonialista sino porque ella está donde Dios está. Jesús tiene su cara.

Descargar el artículo original (incluye transcripción de las entrevistas a Juana y Jocabed)


Referencias

  • Armour, Ellen T. 1999. Deconstruction, Feminist Theology, and the Problem of Difference: Subverting the Race/Gender Divide. Chicago: U of Chicago Press
  • Deloria Jr., Vine. 1999. For This Land: Writings on Religion in America. New York: Routledge
  • Foucault, Michel. 2008 [1981]. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid: Alianza Editorial Materiales
  • Gebara, Ivone. 2010. “A Feminist Theology of Liberation: A Latin American Perspective with a View toward the Future.” In Hope Abundant: Third World and Indigenous Women’s Theology, Edited by Kwok Pui-lan, 51-71. Maryknoll: Orbis. Kindle ed.
  • Gramsci, Antonio. 1971. [Quaderni del carcere.] Selections from the Prison notebooks of Antonio Gramsci. Edited and translated by Quintin Hoare and Geoffrey Nowell Smith. London: Lawrence & Wishart
  • Illicachi Guzñay, Juan. 2017. “Encuentros y desencuentros de las mujeres indígenas con las Iglesias católicas y protestantes.” In Revista interdisciplinaria de estudios de género de El Colegio de México. vol.3 no.5 Ciudad de México ene./jun.
  • http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2395-91852017000100164
  • Jennings, William. 2017. “Can ‘White’ People Be Saved?” Fuller Theological Seminary. Lecture given on 11/2/17. https://youtu.be/9wRvaG9j53g
  • Pattison, Steven and Gordon Lynch. 2005. “Pastoral and Practical Theology.” In The Modern Theologians: An Introduction to Christian Theology Since 1918, 3rd ed, edited by David F. Ford with Rachael Muers, 408-25. Oxford: Blackwell Publishing.
  • Smith, Andrea. 2010. “Dismantling the Master’s House with the Master’s Tools: Native Feminist Liberation Theologies.” In Hope Abundant: Third World and Indigenous Women’s Theology, Edited by Kwok Pui-lan, 72-86. Maryknoll: Orbis. Kindle ed.
  • Ventura, Maria Cristina. 2000. “Theological Deconstruction and Reconstruction in the Fight against Racism.” In Echoes, World Council of Churches. http://www.wcc-coe.org/wcc/what/jpc/echoes/echoes-17-06.html.

Soy estadounidense por nacimiento y boliviano por elección, y ahora resido con mi esposa y mis dos hijas en Medellín, Colombia. Mi nombre es Drew Jennings-Grisham, pero muchos por aquí me llaman Andrés. Tengo varios años trabajando y caminando con comunidades e iglesias indígenas en varios contextos de Abya Yala, más que todo en Bolivia. Con estudios en antropología, agroecología, y liderazgo, he dedicado mi vida al apoyo de comunidades indígenas y al desarrollo de la iglesia indígena, especialmente buscando cultivar espacios para voces indígenas en la iglesia y crear conexiones para el diálogo intercultural en nuestras comunidades de fe a través de mi trabajo con Memoria Indígena.

1 thought on “Buscando la cara de mujer indígena de Dios

  1. Wooow sumamente interesante la perspectiva de estas teologas indígenas digno de admirar y reconocer, gracias por este articulo Andres Dios te bendiga! 🙌

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