Jacobo Arminio: El (otro) arquitecto protestante

Nuestro amigo Pastor Laico nos permitió usar este texto suyo, publicado también en su blog.


Una de las injusticias históricas más extrañas es la que recae sobre Jacobo Arminio. Su postura teológica se ha izado como el bando archienemigo de la teología de Juan Calvino, condenándolo a ser tildado de ignorante y antibíblico.

Sin embargo, el desarrollo de su teología demuestra que, Jacobo Arminio fue un alumno reformado, destacado y brillante. Ciertamente polémico, ya que, concluyó de manera distinta a los maestros herederos de la cátedra de Calvino, pero que, generalmente, su pensamiento y sus escritos son llevados a otros extremos muy lejanos de él mismo.

Es sorprendente, que Arminio haya recibido tan poca atención positiva por parte de los eruditos.

Dr. Richard Muller, erudito calvinista

Una infancia trágica

Jacob Harmenszoon, conocido por la versión latinizada, Jacobo Arminio, nació en Holanda, probablemente en 1559. Su padre, un herrero que hacía espadas y armaduras, murió antes de su nacimiento, dejando a la madre viuda al cuidado de varios niños. Por si fuera poco, trágicamente, toda su familia fue masacrada en la destrucción de Oudewater en 1575 a manos de los soldados españoles. Situación que, sin duda, marcaría su postura teológica.

Desde su niñez y hasta la adolescencia, Arminio fue educado a través del apoyo de un sacerdote local con inclinaciones protestantes, Teodoro Aemilio, que pronto se convirtió en su maestro. Cuando Aemilio murió en el mismo año 1575, Rodolgo Snellio, un profesor de la Universidad de Marburg, lo acogió. 

De estudioso a pastor

Al siguiente año, en 1576, se inscribió a la Universidad en Leiden, en la que se distinguió en el estudio de temas como las matemáticas, la lógica, la teología y los idiomas bíblicos. Allí experimentó su primera experiencia de controversia dentro de las iglesias reformadas, donde existían diferencias de opinión sobre la relación entre la iglesia y el estado, marcado por su experiencia con los soldados españoles, ya mostraba un criterio propio e independiente a Calvino.

Arminio completó sus estudios en Leiden en 1581, pero al ser demasiado joven para ser asignado como pastor, el clero y los gobernadores de Ámsterdam le ofrecieron la oportunidad de continuar su educación en la academia de Calvino, en Ginebra, cuya cátedra de teología estaba ocupada por Teodoro Beza, el sucesor de Calvino. Jewett llama a Arminio “el mejor estudiante conocido de Beza”. Luego estudió unos dos años en Basilea, para luego volver a Ginebra y concluir sus estudios en 1586.

Algunos de los contemporáneos de Arminio cuentan que le ofrecieron el título de Doctor en Basilea, pero se lo negaron porque era muy joven, con tan sólo 24 años.

De la popularidad a la controversia

En 1588 fue ordenado como pastor en Ámsterdam, llegando a ser un predicador popular. Varios ministros organizaron el rol de la predicación en las diferentes iglesias de la ciudad, y pronto comenzó su turno. “Siempre atraía a grandes multitudes cada vez que se sabía que él sería el predicador del día”. 

Mientras desempeñó sus deberes pastorales conoció y cortejó a Lijsbet Reael, hija de un miembro del ayuntamiento y, por lo tanto, parte de la alta sociedad de Ámsterdam. Se casaron en 1590.

Para estas fechas, Arminio comenzaba a verse envuelto en la controversia que ya existía entre las iglesias reformadas con respecto a algunas de las enseñanzas de Calvino y Beza, incluso entre los calvinistas no hubo acuerdo sobre todos los detalles.

Pedro Plancio, un compañero ministro le acusó de pelagianismo y de depender mucho de lo que decían los padres apostólicos, al darle mucha importancia al mérito humano y a las buenas obras, esto derivado de una predicación sobre Romanos 7 y 9, en 1591 y 1592 respectivamente.  

Las discusiones no fueron fructíferas, ya que Arminio aseguraba que se mantenía al margen de los credos y de los padres apostólicos. En cualquier caso, el consistorio de la iglesia encontró aceptable la declaración de Arminio e instó a todos a mantener la paz hasta que un sínodo general de las iglesias pudiera determinar la interpretación correcta. 

De catedrático a la muerte

Desde el 1593 hasta 1603, la vida y el ministerio de Arminio fueron relativamente pacíficos. Después de que sus dos primeros hijos murieron en la infancia, una hija y cuatro hijos nacieron y sobrevivieron para traer mucha alegría.

En 1602, la plaga que tomó la vida del profesor de teología de la universidad de Leiden, le abrió una puerta. Amigos se movieron para procurar la vacante, encontrando una agresiva oposición liderado por un profesor influyente de teología de dicha universidad, Francisco Gomaro.

A pesar de esto, los administradores y gobernadores de Leiden nombraron oficialmente a Arminio profesor de teología en 1603. Poco después, se le otorgó un doctorado, muy probablemente el primero que Leiden otorgó. 

Pasaría allí los últimos seis años de su vida, casi siempre en una tormenta de controversia teológica. También sufriría de tuberculosis. Al mismo tiempo, su familia creció, llegó a siete hijos y dos hijas. En 1609, en medio del último conflicto teológico, muy enfermó, murió.

Una batalla sin fin

A principios de 1605, en medio del ambiente de la guerra por la independencia de España y el tema álgido de la separación de la iglesia con el estado, demarcaron las líneas de conflicto con implicaciones políticas que, perdurarían. Las posturas se polarizaron y surgió un nuevo debate, una batalla sin fin.

Esta batalla fue lidereada por Gomaro en contra de los cuestionamientos que Arminio hacía de algunos temas teológicos y políticos. Arminio insistió en que un sínodo nacional debería ser convocado, y que debería tener el poder de revisar las confesiones. Pero un sínodo no fue convocado durante su vida.

Arminio consiguió una audiencia ante el Tribunal Superior en 1608, en el que él y Gomaro hicieron su “Declaración de Sentimientos”. La sentencia que Gomaro buscó, que declarara culpable a Arminio, no se dio. Los gobernadores no sostuvieron las acusaciones de Gomaro.

Finalmente, en 1609, los Estados Generales pidieron a Arminio y Gomaro que asistieran a una “conferencia amistosa”, para resolver las controversias. Pero no pudo concluirse ya que, Arminio, se enfermó demasiado y no pudo continuar y tuvo que regresar a su casa a Leiden. Los funcionarios ordenaron que Arminio y Gomaro presentaran sus opiniones por escrito dentro de los 14 días. Gomaro entregó su trabajo a tiempo. Arminio nunca terminó el suyo.

El lunes 19 de octubre de 1609, falleció. Su cuerpo yació el jueves, debajo de las losas de la iglesia llamada Pieterskerk en Leiden.

Los protestantes protestan

Aquella batalla inconcusa fue postergada hasta 1618. La iglesia holandesa debido al ascenso de los arminianos, convocó un sínodo nacional en la que, después de 154 reuniones, sin haber defensa arminiana, concluyeron que el arminianismo debía ser rechazado y los ministros desterrados. Hubo ciertos atropellos políticos -ya que estado e iglesia estaban unificados- en contra de los que apoyaban el pensamiento de Arminio. Pero eso es otra historia.

En 1625, el gobierno llamó de regreso a los remostrantes, permitiendo que se establecieran, que erigieran iglesias y escuelas, gozando de una libertad de consciencia y pensamiento.

Los famosos “5 puntos del calvinismo” fue una respuesta a los “5 artículos” que presentaron los remonstrantes (protestante en neerlandés), a favor del pensamiento de Jacobo Arminio, redactados no por Arminio sino por los que continuaron dando vida a su pensamiento.

El pensamiento de Arminio en su fuente primaria es ignorado en la actualidad, poco se conoce de lo que salió de su mano. Es difícil resumir su pensamiento, pero aquí están cinco de sus conclusiones generales:

  • No existe nada más nocivo para la verdadera moral afirmar que, cualidad de los regenerados es, no hacer el bien, incentivando implícitamente el pecado.
  • El énfasis del mensaje de Romanos 9, radica en la libertad de la misericordia de Dios, por la cual solo él determina quiénes serán salvos.
  • Todas las obras de salvación de Dios tratan con los hombres como pecadores, y Dios no debe ser el autor del pecado. 
  • La elección de ser cristocéntrica; La salvación es por la obra redentora de Cristo y no por un decreto independiente de ello.
  • Nunca enseñé que un verdadero creyente puede, por completo o finalmente, alejarse de la fe y perecer, pero no voy a ocultar que hay pasajes de las Escrituras que me parecen que llevan este aspecto.

Obra, influencia y legado

Arminio escribió muchos tratados teológicos, aunque no se publicaron hasta después de su muerte. Estos incluyen los extensos ensayos sobre Romanos 7 y 9 y una larga correspondencia con Francisco Junio y su obra póstuma, Setenta y Nueve Discusiones Privadas.

Parte de sus escritos han sido recopilados en “Las obras de Arminio (más de 1500 páginas, 3 tomos)”, publicado en distintos idiomas, como el inglés y el portugués, en el que se puede conocer de primera mano su pensamiento.

Aunque Arminio murió y los ministros arminianos fueron exiliados de los países bajos, el arminianismo no sería desterrado de Europa, ya que, el protestantismo inglés lo acogió generosamente y en Francia encontró cabida mediante la postura conciliada por Moise Amyraut. Sería el anglicanismo y el metodismo quienes diseminarían universalmente la doctrina “arminiana”.

Quizá, el que más desarrolló la teología arminiana fue Juan Wesley, que, a su vez, daría su apellido: arminanismo wesleyano. Esta teología wesleyana es la que, fuertemente influyó en el protestantismo del siglo XIX y XX en América, especialmente en Latinoamérica.


Cabe decir que, al igual que, en su momento Martín Lutero contra el catolicismo, Arminio no buscaba construir una postura contraria al calvinismo protestante. No obstante, sin quererlo y sin que su nombre lleve cargado un peso teológico-histórico, como Calvino, Arminio se convirtió en el otro arquitecto protestante.

Puso los cimientos de una alternativa no totalmente distinta, pero alternativa al calvinismo postcalvino. Una alternativa que debe seguir construyéndose a la par del calvinismo, mediante dialogo, respeto y conocimiento de causa, enriqueciendo así, nuestro protestantismo del siglo XXI. Esto, en lugar de continuar con una batalla sin fin.


Bibliografía a consultar

  • ARMINIO, The works of James Arminius.
  • PICIRILLI, Gracia Fe y Libre albedrío.

Cristiano (cf. Hechos 2.42), amigo de todos los que temen a Dios (cf. Salmos 119.63), evangélico, hijo de pastor. 34 años de edad, mexicano e Ingeniero Civil. Esposo y padre. Pastor ordenado y parte del movimiento Preparad el Camino.

1 thought on “Jacobo Arminio: El (otro) arquitecto protestante

Responder a Carlos Aguilera Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *