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Reflexiones ante la posibilidad de reapertura de los cultos de las congregaciones cristianas evangélicas en Colombia

El pasado 7 de julio fue compartido un documento firmado por varias directivas cristianas en Colombia. Es una respuesta a la posible reapertura de las congregaciones en diferentes partes del país. Desde TeoCotidiana consideramos que es una acción ejemplar frente a las realidades actuales del país y del mundo y queremos compartirlo, aplaudirlo e invitar a las directivas cristianas de todos los rincones a caminar por sendas reflexión similares. A continuación las declaraciones propuestas:


Algunos pastores y directivos cristianos de Medellín.

Medellín, Julio 7, 2020.

Teniendo en consideración que:

  • Estamos conscientes de las implicaciones de no poder realizar una de las expresiones de nuestra vida de iglesia como es el congregarnos en una sede o edificio de manera unida y concertada.
  • Nos preocupa no saber a ciencia cierta cuándo podremos operar, por lo menos en algunas de las funciones conocidas antes de la pandemia que nos confina actualmente.
  • Somos siempre alentados por la esperanza del evangelio de vida y paz en Cristo.
  • Nos anima la idea de presentar un testimonio proactivo en unidad.

Los abajo firmantes presentamos estas reflexiones y recomendaciones a nuestros amados colegas y a nuestras congregaciones:

1. La pandemia de COVID-19 ha puesto en evidencia, durante este tiempo de confinamiento, lo mejor y lo peor de nosotros. Es encomiable, por un lado, el amor de los hermanos expresado en la ayuda mutua, la mayor asistencia en la oración y la fidelidad de los miembros a sus iglesias locales. Es preocupante, por otro lado, el desproporcionado afán que parece estarse generando por la sobrevivencia institucional y litúrgica, la cual ha sido priorizada en demasía, por encima de las múltiples oportunidades que podríamos aprovechar para servir al mundo y predicar el evangelio bajo el aliento del amor de Dios. Hasta donde podemos entender, el momento histórico que estamos viviendo dejará marcas y cambios profundos y permanentes. Esto es fácil de ver en el uso de plataformas virtuales, por ejemplo. Antes de la pandemia, el uso de tecnologías de la comunicación masiva por internet era solamente una opción (a veces lejana y menospreciada) para la gran mayoría de los pastores y sus congregaciones. Hoy esto ya no es opcional, sino una parte sustancial del quehacer pastoral. Podríamos citar otros elementos como reuniones virtuales, capacitaciones y consejería, grupos de apoyo en línea y una docena más de prácticas que están siendo ahora ampliamente aceptadas y usadas por las iglesias. El Covid-19 nos obliga a replantear nuestro concepto de iglesia, así como del ministerio pastoral y nos encamina hacia nuevas formas de ejercer el ministerio y responder a esta nueva realidad de maneras creativas.

2. Reconocemos –en actitud de arrepentimiento– que nuestra identidad ministerial y corporativa como iglesia estaba exageradamente centrada en la existencia de un edificio y el disfrute de una experiencia cúltica semanal. Ahora vemos cómo Dios está usando esta contingencia producida por el temor al COVID-19 como una transición hacia un ministerio más centrado en pastorear personas y hacer discípulos.

3. Afirmamos que nuestra tarea como pastores no es la de promover nuestro nombre o simplemente aumentar el número de los congregados, sino la de formar a los santos para la obra del ministerio. Es decir, la pregunta de estos tiempos para la labor pastoral es:

“¿Cómo puedo acompañar la formación de los creyentes que Dios ha puesto bajo mi cuidado para que ellos puedan usar los talentos, el tiempo, y los tesoros que Dios les ha dado para que transformen sus vidas y las vidas de otros bajo el poder del evangelio de salvación y santificación siendo fieles a la revelación de la palabra de Dios?” Esto implica por lo menos cinco cosas puntuales:

  • Enseñarles a estudiar la Biblia.
  • Enseñarles cómo aplicar la Palabra de Dios a sus vidas y familias.
  • Orientarlos para servir en amor cristiano a su prójimo.
  • Proveerles de herramientas y capacitación para que respondan de forma positiva y creativa a los desafíos y oportunidades del momento, de una manera que glorifique a Dios.
  • Preparar a los santos para que sigan cumpliendo con el ministerio de la reconciliación.

4. Observamos con gran alegría la capacidad de adaptación que Dios ha dado a su pueblo, el cual está recuperando su naturaleza peregrina. Esto nos ha permitido hacer uso de herramientas sencillas y complejas que Dios ha provisto en la tecnología y la ciencia, como es el caso de la internet, las redes sociales y las aplicaciones virtuales. Tal como ocurrió a principios del s. XX con la radio, nos parece que Dios usará estas herramientas de comunicación para avanzar su obra y ayudar a su iglesia en un compromiso más integral e integrador con la gran comisión de ir y hacer discípulos.Recomendamos poner especial atención al impacto de la iglesia sobre las familias en dos niveles:

  • Por un lado, acompañar de manera más intencional a los padres de familia en su tarea prioritaria de formar a sus hijos para la fe.
  • Por otro lado, aprovechar y retomar la experiencia que como iglesia evangélica tenemos en los grupos familiares (células, grupos de apoyo, grupos en casas, grupos de conexión) ya que estos reflejan la vida cercana de los creyentes y ofrecen un escenario natural para vivir la congregación, desarrollando el cuidado pastoral y la comunión cristiana.

5. Destacamos una necesidad urgente de trabajo cooperativo entre las diferentes iglesias y denominaciones. Cada expresión de la multiforme gracia de Dios en el cuerpo de Cristo tiene un impacto a nivel local y regional. Reconocemos que hay iglesias fuertes en comunicaciones, en predicación, en movilización, en manejo de recursos diversos para la obra de Dios, etc. Ha llegado el momento de que cada cuerpo local, liderado adecuadamente por sus respectivos pastores, descubra y valore lo que tiene para aportar a todo el cuerpo de Cristo en una ciudad. Solo como un ejemplo, se ha recomendado que las iglesias fuertes en manejo tecnológico ofrezcan ayuda a las iglesias más débiles en este campo para que puedan aprender y desarrollar recursos que asistan a otras iglesias hermanas.

6. Con vergüenza reconocemos el pecado de no preocuparnos por la ciudad, como un todo ecosistémico. Al ver la parálisis que trajo esta pandemia, resuena el llamado del profeta Jeremías a que procuremos la paz y el bienestar de la ciudad. ¿Qué contribución hace mi congregación en ese respecto? Nos referimos no solo al cambio individual, que sin duda afecta a toda la sociedad, sino también al impacto en el ecosistema de la ciudad que la iglesia debería promover, a través de aportes a su tejido social, a la resolución de sus diferentes problemas, y a la introducción de elementos de cambio en la cultura citadina. Algunas iglesias emprenden iniciativas con respecto al manejo de basuras, por ejemplo, las cuales asumen como un discipulado a la iglesia y el aporte a un movimiento social que deja ver la riqueza del evangelio en cada rincón de la vida.

 Recursos

7. Nos preocupan las marcas de nominalismo, religiosidad, utilitarismo institucional, y superstición que se ven cada vez más en la iglesia evangélica. Esto se nota especialmente en que queremos regresar a las reuniones más por una preocupación por la sobrevivencia institucional, que por la responsabilidad de formar discípulos que hagan discípulos. Es muy posible que, dado el creciente rechazo que como iglesia expresamos a las opciones que atentan contra la vida y la dignidad humanas (opciones que tienen cada vez mayor apoyo político), nos estemos acercando a un periodo de la historia en la que debamos experimentar persecución y hasta martirio por nuestra fidelidad al Señor. Esta coyuntura puede ser una oportunidad para reflexionar al respecto y prepararnos en lo que sea posible.

8. Saludamos la presencia de hermanos creyentes en el escenario político nacional y les animamos a asumir como tareas principales las de denunciar y corregir la corrupción, así como trabajar en favor de los menos privilegiados. No creemos que ocupen esas posiciones para pedir favores de las instancias del estado para la iglesia, independientemente de las motivaciones que pudieran tener para ello. También les exhortamos a cuidarse de las tentaciones que presentan las mieles del poder, así como de la tentación de evadir el costo de ser sal en medio de la corrupción y luz en una sociedad que ama las tinieblas (y mucho más en los círculos e instancias en los que deberán actuar). Por último, les recordamos que, como ovejas enviadas en medio de lobos, su llamado es a ser astutos como serpientes, además de mansos como palomas.

9. Reconocemos que la doctrina y la praxis de la iglesia tienen que ser repensadas desde las Escrituras. El sentido de pertenencia y militancia que se deriva de un compromiso profundo con la iglesia local se ha puesto a prueba en este tiempo. Por ejemplo, nos hemos dado cuenta de que algunos creyentes ofrendan y diezman por convicción, mientras que muchos otros lo hacen por simple emoción o por el estímulo de una mayor retribución. Sin duda, este tiempo nos hace preguntarnos cómo podemos formar a los creyentes para que asuman su relación con la iglesia local más allá de una experiencia meramente cúltica.

10. ​No podemos predecir lo que vendrá en el futuro próximo, pero sí podemos preparar al pueblo de Dios para lo que sea que se avecine. La fidelidad a la Palabra de Dios, el amor por el pueblo de Dios, la entrega a la pureza y santidad de la vida que Dios da a sus hijos, y la capacidad resiliente de enfrentar las pruebas que Dios permite, deberán ser las marcas que guíen nuestra tarea pastoral en estos tiempos difíciles y cambiantes.

Apéndice

Temas de discusión levantados y que necesitan ser considerados.

  • ¿Cuánto cuesta implementar los protocolos de bioseguridad? ¿Se pueden usar esos recursos humanos y financieros (además de los liberados por pagos de arriendos, servicios e infladas estructuras administrativas) de una mejor manera?
  • Reconociendo que las medidas impuestas hasta ahora son sensatas y necesarias para las aglomeraciones de personas, como es el caso de nuestras reuniones cúlticas. ¿De qué manera ayuda o estorba para el cumplimiento de las funciones de la iglesia el establecimiento del uso de tapabocas, medición de temperatura, distanciamiento, desinfección permanente y demás etcéteras?
  • Teniendo en cuenta las respuestas posibles a las preguntas anteriores (y reconociendo los magros beneficios posibles), ¿es conveniente que dediquemos todo ese esfuerzo y demás recursos a la “reapertura”?

Teología

  • ¿La reapertura, con los necesarios requerimientos, no estará reforzando el elemento meramente religioso de nuestro accionar como iglesia en desmedro del elemento relacional? Este fenómeno ya era un problema grande antes de la pandemia y esto puede ser un paso enorme en la dirección equivocada, siendo que servimos a un Dios que desprecia el ofrecimiento de sacrificios y holocaustos de su pueblo, sin justicia, sin misericordia y sin obediencia.
  • La Palabra de Dios nos dice, entre otras cosas, que nuestro principal mandato es el de amar (a Dios, al prójimo, uno mismo); que si nos amamos, el mundo conocerá que somos discípulos de Cristo y que debemos hacer el bien a todos, en especial a la familia de la fe. ¿De qué manera se expresa este elemento fundamental de nuestra fe cuando asistimos enmascarados a un evento en el que debemos evitar todo contacto, y entrar y salir corriendo manteniéndonos alejados de todo el mundo? Reconociendo que en este momento sería criminalmente irresponsable promover que esas medidas sean desconocidas ¿no sería mejor simplemente esperar a que las condiciones cambien y por ahora aprovechar el tiempo y demás recursos desarrollando otras expresiones de la vida de la iglesia?
  • ¿Nos parece bien decir que la vida de la iglesia de Cristo recupera su razón de ser y celebra porque nos reunimos “de lejitos y a las carreras”, teniendo que dejar a nuestros niños y a nuestros ancianos en casa? Eso, que de por sí es terrible, se vuelve inaceptable en una época en la que nuestros niños son bombardeados permanente e inmisericordemente con mensajes diametralmente opuestos a nuestra cosmovisión cristiana en las demás esferas de sus vidas.
  • ¿Es posible que estemos desechando una oportunidad de corregir nuestros caminos que Dios nos está dando? ¿Con qué propósito diseñamos y desarrollamos nuestra liturgia y el resto del accionar de nuestras iglesias? ¿Qué queremos lograr al convocar y reunir a la iglesia?
  • Independientemente de las restricciones que nos imponga la coyuntura ¿es de verdad nuestra mayor aspiración el simplemente regresar a donde estábamos? ¿Es descabellado pensar en nuevos modelos de pastoreo celular, en casa, de grupos pequeños? ¿Podemos aprender algo de lo que estamos viviendo?

Relación con el Estado

  • ¿Es posible que por las “migajas” de un permiso del estado para reunirnos le estemos permitiendo al mismo meterse donde no debe y decirnos cómo debemos organizar nuestros cultos? ¿Alguien puede garantizar que eso no se convierta en la nueva normalidad?
  • ¿Es sabio registrar minuciosamente quién y cuándo asiste a los cultos para entregarle esa información en bandeja a las autoridades? Hoy puede ser completamente inocuo y referido a la pandemia, pero ¿estamos seguros de que mañana esa información no se usará con otros fines?
  • ¿Es demasiado paranoide decir que en vez de andar pensando en ofrecer más ceremonias religiosas, sin más razón que porque sí, deberíamos estar aprovechando esta oportunidad dorada para desarrollar capacidades, habilidades y estrategias que nos podrían ser muy útiles cuando a algún gobierno se le ocurra administrar y regular las labores de la iglesia más intensamente o prohibirlas por completo?

 Atentamente,

Isaí Avendaño – Pastor Iglesias Templo Belén AD

Pedro Hernandez – Pastor, Presidente Cristo para la Ciudad Internacional.

Lácides Hernandez – Pastor, Presidente Confraternidad Carcelaria de Colombia

Iván Darío Yépez – Pastor Asambleas de Dios Vergel

Diego Cardona – Director Confesión Bautista Evangélica de Colombia

Raúl Rodríguez – Pastor, Presidente Iglesias FIBEC-El Redil

Seir López – Pastor, Presidente Iglesias Emanuel de Colombia

Wilson Gutiérrez – Pastor, Presbítero Misión Panamericana de Colombia

Eliseo Coronado – Pastor zona 1 Iglesia Cristiana Cuadrangular

Manuel Reaño – Director Ministerio Koinonós

Ubaldo Restán – Presidente Fundación Nueva Generación

Paulo Fillion – Director Escuela Bíblica de Gobierno JUCUM – Universidad de las Naciónes

1 thought on “Reflexiones ante la posibilidad de reapertura de los cultos de las congregaciones cristianas evangélicas en Colombia

  1. ¡A lo hecho, pecho!

    Aunque estoy de acuerdo con la postura a la luz de Juan 4:23-24, disiento profundamente de cualquier asomo a no tener muy presente Mateo 7:1-5.

    Por esto mismo, en el espíritu de ese comunicado veo tres desaciertos principales.

    1. Desconocer que aunque no hay balas esta contingencia es una guerra, en la cual ya se han perdido muchas vidas y se ha afectado no solo lo religioso sino también lo social y lo económico. En una guerra la normalidad no existe, sería de necios.

    Por ejemplo, la posición pastoral de que no serían capaces de abrir los templos sin los adultos mayores y sin los menores y sin abrazos y expresiones de acciones de gracias, me parece más romántica que espiritual o procedente, dada la contingencia de guerra contra esta pandemia, y dado que la misma Escritura en alusión a los distintos tiempos reseña que “el avisado ve el mal y se esconde mas el simple recibe el daño”.

    2. Desconocer que nuestra postura en defensa de los derechos ganados de libertad de Culto en Colombia ante las autoridades de gobierno y seculares no es lo mismo que nuestra postura exclusiva como pueblo de Dios ante Dios mismo.

    Ante Dios nos humillamos y aceptamos su voluntad, ante el César no sedemos un centímetro de los derechos legales ya ganados y máxime cuando asesores enemigos del evangelio en altas instancias gubernamentales quieren sacar provecho contra lo ganado por la iglesia evangélica en Colombia, en medio de la contingencia de guerra de esta pandemia.

    3. Desconocer el fuero de sus consiervos como ministros competentes del Evangelio, lo cual se percibe al bordear peligrosamente los linderos del juzgamiento, cuestionando y/o aconsejando la ética de un grupo con una trayectoria ministerial de la que todos somos conocedores que no son neófitos.

    Frente a sus opiniones personales dejan mal sabor en quienes somos conscientes de quiénes han estado por nosotros al frente de la representación de los intereses de la Iglesia Evangélica en Colombia ante el alto gobierno, en medio de esta contingencia de guerra contra la pandemia del COVID-19.

    Sinceramente no veo sabio en este comunicado opiniones personales combinadas con cuestionamientos descalificadores de la labor ética de quienes aún nuestra constitución colombiana es garante de su actuación de buena fe.

    Gracias a Dios y a la visión de este amplio grupo de consiervos ante el alto gobierno, celebro el espíritu de amor frente a lo logrado para la reapertura de los templos en Colombia aún en medio de esta pandemia, pues a su ves dicha apertura no es una camisa de fuerza; quien considere que aún no debe abrir sus templos y continuar sólo en otras dinámicas es parte de su fuero ministerial; pero lo que no le corresponde a ningún ministro y pastor es ser desconsiderado y desagradecido con el esfuerzo abnegado de sus consiervos.

    Es en este punto donde en lo personal estoy desconcertado que varios pastores firmantes de este comunicado, siendo consientes del esfuerzo que se ha hecho a nivel nacional y siendo participantes del mismo, no hayan tenido la entereza de defenderlo; lo considero un doble juego y esto desdice mucho del carácter necesario dentro de un espíritu de consideración y reconocimiento frente al trabajo del liderazgo cristiano nacional ante el alto gobierno.

    Juan Carlos Tangarife Mira
    👌🎻🙏

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