person holding black android smartphone

Cuarentena: Un camino en el que estamos todos juntos

Cuarentena es probablemente una de las palabras de moda del 2020, y no precisamente porque nos encante. Es solo que de repente se volvió nuestra nueva normalidad. Hoy muchos países se encuentran en cuarentena, aislamiento, confinamiento, encierro o como le quieran llamar, no hace ninguna diferencia. En todos ellos estamos obligados a quedarnos en casa y reducir al máximo nuestra interacción social. 

Este es uno de los cambios que trajo la situación actual que enfrentamos como especie y que hoy por hoy es tema en todo el mundo: el coronavirus. Y muchos dirían: “Bueno, pero eso es lo que hay que hacer, ¿no? Quedarse en casa para no contagiarse”. Y tienen razón. Esta es una de las medidas efectivas que adoptamos para evitar contagiar y ser contagiado con este virus. Pero eso no quita el hecho de que no estábamos preparados para vivir así ni el hecho de que nos afecte. 

Verán. Los humanos somos seres sociales por naturaleza. Nuestra esencia es ser gregarios, nos gusta vivir en comunidad, disfrutamos compartir con otros. La interacción social ha sido característica de la humanidad desde siempre. Estar en cuarentena nos quita de manera abrupta este contacto. Lo reduce, le cambia las formas y las frecuencias.   

Por otro lado también somos seres de costumbres y rutinas. Solemos sentarnos en el mismo lado del bus, pasamos por las mismas calles día a día, mercamos en el mismo lugar. Las rutinas facilitan la vida, nos ahorran tiempo y energía al no tener que pensar en cada pequeño detalle. Estar en cuarentena también nos ha cambiado de manera abrupta esta cotidianidad. Nos saca de lo habitual para meternos repentinamente en lo que se supone que será la nueva normalidad, una que es desconocida y tiene todo para no ser normal. 

Entonces, al afectar directamente nuestra interacción social y nuestras rutinas, estar en cuarentena definitivamente puede tener efectos en la manera en que nos sentimos, en nuestro comportamiento e incluso en nuestra salud física y mental. Si a eso le sumamos el riesgo y la incertidumbre que representa tener contacto con el exterior al salir a mercar, al banco o a trabajar, o incluso al recibir un domicilio, los efectos serán mayores.

¿Qué puedo esperar entonces en cuanto a mis emociones y pensamientos durante este tiempo de aislamiento? ¿Qué es lo normal? No hay una única respuesta para eso, porque lo normal varía de persona a persona. Dependerá de mis experiencias previas, de mis habilidades y recursos personales para lidiar con ciertas circunstancias, de mi red de apoyo, de mi personalidad. Sin embargo sí es posible que en este tiempo se presenten, en mayor o menor medida y en cualquier orden, algunas de las siguientes fases: 

  • Esto no es verdad, la gente sí exagera”. Sí. Incredulidad. Puedo sentir que nada de lo que está pasando es cierto y negarme a aceptar la realidad.
  • Bueno, puede que sí sea cierto. Más vale entonces prepararse”. Es una fase de preparación. ¿Te suenan las compras de pánico? Mucho papel higiénico en el carrito.
  • ¿Qué se le va a hacer? Tocó quedarse acá”. Empiezo a ajustarme a lo que está pasando y a organizar mi vida en el nuevo escenario. Propongo nuevas rutinas.
  • Al menos puedo maratonear”. Y es que no todo es malo. En esta fase de aclimatación encuentro cosas que puedo disfrutar en la casa.
  • ¿Qué? ¿Que alargaron la cuarentena por quinta vez?”. Me resisto a creer que esto va a continuar un tiempo más entre nosotros.
  • Van a reabrir las peluquerías, tan malo no puede ser”. Me siento aliviado al vislumbrar una pequeña muestra de la normalidad que antes conocía.
  • Tarde o temprano me voy a contagiar. Esto se va a poner peor. La economía se va a derrumbar”. Miedo. También puedo sentir impotencia al ver que, a pesar de las medidas, los casos aumentan y el panorama pareciera un poco más desolador cada día.

Todo esto con seguridad podría llevarnos a experimentar ciertos síntomas de depresión, estrés y ansiedad. Es muy común que se presenten dificultades para dormir, que disminuya o aumente el apetito (y en ese sentido, los kilos), que sintamos que nos falta el aire y que no podamos concentrarnos igual que antes. Puede ser que estemos hipersensibles, que tengamos ganas de llorar o que haya momentos de no querer hacer nada. ¿Normal? Sí. 

Y ante este panorama, ¿qué podemos hacer para cuidarnos? Yo creo en la ciencia. Creo que ésta nos puede ayudar a prevenir que los efectos de esta cuarentena (y de esta “nueva normalidad”) sean más grandes. Las recomendaciones de cuidado de la salud mental en este tiempo extraordinario que estamos viviendo son resultados de investigaciones serias y sustentadas. En ese sentido, podemos tener en cuenta: 

  • Aceptación: Estamos viviendo una situación extraordinaria y desconocida. No se puede cambiar la situación. 
  • Evitar el exceso de información: Una o dos veces al día bastará para informarme del panorama local y global en cuanto a cifras. No necesito más. 
  • Manejo de ansiedad: Respirar profundamente y tener tiempos de tranquilidad y meditación puede ser muy útil para manejar y regular mis emociones. 
  • No a la hiper reflexión: No todo lo que pienso es cierto. No porque yo piense que algo va a pasar, significa que así será. No por darle vueltas al asunto se va a cambiar. 
  • Rutinas saludables: Un poco de ejercicio, horarios para dormir, alimentación sana, espacios de estudio y trabajo limpios, cuidado personal (¡no hay excusa para no bañarse!). ¿Por qué? Lo que pasa en el ambiente físico influye en la manera en que nos sentimos. 
  • Expresión emocional: Encontremos espacios y personas seguras para hablar sobre cómo nos sentimos, lo que nos preocupa. 
  • Distanciamiento físico sí, pero no social: Que no podamos vernos no significa que no podamos estar en contacto. Si tenemos la oportunidad, llamémonos, veámonos por Skype, Zoom, Whatsapp o la aplicación que sea. Juguemos online, veamos Lives. Nunca ha sido más cierto que la tecnología puede ser una herramienta muy útil.  

Y finalmente, ante este panorama, ¿tiene el Evangelio algo qué decirme? Soy psicóloga clínica y como dije, creo en la ciencia. En mi profesión necesito la rigurosidad científica. Y también creo en Dios. Soy creyente por crianza y por decisión personal. Y mi caminar con Jesús me ha enseñado que el evangelio nos abraza en cualquier situación. Si tengo miedo, si estoy triste, si no sé qué va a pasar, si estoy ansioso, si lloro, si río, si estoy tranquilo. El mensaje de Jesús es válido para todos. 

Tus emociones son dadas por Dios, no te culpes por tenerlas y sentirlas: A lo largo de la Biblia podemos ver que los grandes hombres de Dios, y Jesús (Dios mismo) tenían, vivían y expresaban sus emociones, incluidas las que nosotros hoy calificamos como “negativas”. Personalmente me siento abrazada cuando veo a Jesús clamando al Padre, triste, llorando, angustiado. Jesús vivió plenamente como hombre y sus emociones hacían parte de esa humanidad. Por lo mismo sé que Él entiende cuando vivimos nuestras emociones. 

Siempre puedes venir a Jesús y traerle tu carga: El Jesús que dijo “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso” (Mateo 11:28) es el mismo Jesús al que puedes venir en cualquier momento. No importa si no sabes qué decir o cómo hacerlo. No hay una única forma de hacerlo. Desde la duda y la torpeza también podemos acercarnos a Él. Desde la experiencia personal y la sinceridad. No estás solo en el camino: Puedes encontrar a otras personas que también están caminando día a día con Jesús, aprendiendo, creciendo. Su amor nos une y nos construye como comunidad. Con esas personas, desde sus propias dudas y luchas, estamos unidos y caminamos paso a paso. Siempre se puede encontrar apoyo. Hacerse amigo del prójimo es hacerse amigo de Dios.

Psicóloga clínica. Formada en Terapia Cognitiva Conductual. Con experiencia en escritura académica e investigación así como en trabajo con jóvenes y familias tanto desde la psicología como desde el evangelio. Profesora de alemán. Cocinera empírica en tiempos libres.

1 thought on “Cuarentena: Un camino en el que estamos todos juntos

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *