Depresión es pecado - Encabezado - Teocotidiana

Depresión, ¿pecado, pecada o más o menos?

Cuando los editores de TeoCotidiana me invitaron a compartir algo desde lo que pienso sobre este tema, me ví frente a un desafío que me gustó mucho.

Lo primero que quiero decirte es que voy a tratar de exponer tres puntos de vista diferentes. En primer lugar, me referiré a lo que las iglesias suelen pensar y decir acerca de la depresión. En segundo lugar, hablaré acerca de lo que he aprendido de literatura bíblica y protestante que vengo investigando desde mi adolescencia. Y en tercer lugar, voy a hablar de cuál es la postura del psicoanálisis (la escuela psicológica a la que adhiero).

Por todo lo que acabo de mencionar, no vas a encontrar una lectura lineal e inacabada acerca de esto. No voy a decirte “exactamente cómo son las cosas”. No te voy a “cantar la posta”, como decimos en Argentina. Te voy a presentar diferentes puntos de vista, para que vos los pienses y en algún punto puedan ayudarte, quizás.

¿No es verdad que tengo un demonio adentro?

Existen muchas personas a las que entrar en una iglesia las ha ayudado y las disciplinas espirituales también. Es innegable el efecto positivo que estas cosas podrían llegar a tener en el psiquismo, sobre todo si logramos encontrar un grupo humano amoroso y contenedor. Ahora bien, en muchos casos, los recursos de la iglesia suelen ser uno de los pocos recursos simbólicos que estas personas tienen para enfrentarse con la realidad. Entonces, cuando se enteran que alguien está deprimido, le dicen que no tiene el fruto del espíritu (que es gozo), que quizás tiene algún pecado que no haya confesado, que no es lo suficientemente consagrado, que declare su sanidad, etcétera.

 No siempre las personas lo hacen con mala intención, pero a veces esas intervenciones hacen daño, porque ahora la persona tiene dos problemas: no solamente está deprimida, sino que ahora tiene que cargar con la culpa de la condenación divina. Parafraseando al Pr. Morris Venden, es como una persona con la bocina rota, que llega al taller del mecánico y encuentra un cartel que dice: “Toque la bocina para ser atendido”. 

Algunos teólogos están de tu lado

Pese a todo este panorama que describimos más arriba, hay algunos conceptos teológicos protestantes que están de tu lado si te sientes deprimido

1) Que seas una persona “consagrada”, no implica que no tengas conflictos y contradicciones.

Si alguna vez alguien te quiere vender que por ser consagrado vas a vivir en una nube rosa mágica, llena de pajaritos, ten por seguro que no te está indicando un buen camino.

La fe tiene momentos de lucha, contradicción, angustia, dudas. La fe solo se desarrolla en conflicto.

Por lo tanto, si estás atravesando por una crisis, llámese depresión, llámese cáncer o problemas de pareja, no le agregues una angustia extra alimentando la idea de que es a raíz de tu falta de consagración. Eso no te hace menos consagrado, por el contrario. Jesús transpiró sangre en medio de una crisis de fe. No estás solo, te acompañan miles de hombres y mujeres a lo largo de la biblia y la historia que han luchado para sostener su fe a flote.

2) El “pecado”, no es el pecado. 

Sí, ya sé que suena como una frase de Arjona, pero te prometo que tiene sentido. ¿Qué es el pecado para una teología basada en Jesús? El pecado, según autores como Morris Venden, basado en las cartas paulinas, no es algo que tú haces. No es una infracción que cometes.

El pecado es, básicamente una actitud egoísta. El pecado no es algo anecdótico y fugaz como decir una mala palabra, serle infiel a tu esposa o robar una gaseosa de un almacén. Esos son actos pecaminosos, porque dañan, porque van en contra de la ley de amor que Dios estableció. Pero no son otra cosa que frutos de una vida centrada en el propio ego, en lugar de centrada en el amor de Dios y como consecuencia a nuestro prójimo.

El corazón humano tiene esa tendencia. Lo que nos ofrece Dios es cambiarnos nuestro corazón de piedra, duro y egoísta por uno tierno y amoroso, de carne (Ezequiel 36:26,27).

Pero no creas que este poder solo actúa en las personas cristianas, la mayoría de los autores coincide en que este poder actúa en cada persona que busca el bien, el amor y la misericordia. Dios siempre está detrás de los impulsos amorosos. “Todo aquel que ama ha conocido a Dios”. 

Ahora bien, todo esto ¿qué tiene que ver con la depresión?

Intento con esto responder a la acusación que hace mucha gente de que la depresión puede ser efecto del pecado. ¿Puede la depresión ser efecto del pecado? Con esta definición de pecado, puede ser. 

 A veces, sí, por supuesto. Una vida egoísta, individualista, centrada solo en mis propias necesidades y sin intentar beneficiar a la humanidad, conlleva al vacío y la angustia, conlleva a la falta de sentido. Cuando recibimos el amor de Dios, tenemos el deseo de ayudar y hacer felices a otros. ¿Esto garantiza no caer en depresión? No.

No es que el pecado sea necesariamente el único fenómeno que puede llevarnos a la depresión. Es solamente una situación que alguien puede estar atravesando y llevar a la depresión. Pero puede haber muchas otras situaciones por las que una persona puede estar deprimida, que no tienen que ver con el pecado.

3) La fe es un proceso.

La comprensión de la fe se da por crecimiento. A menudo tenemos una idea del cristianismo, o la vida de fe, que se define como maniqueísta. Es decir: o eres bueno o eres malo. O eres consagrado o eres mundano. Según las parábolas que Jesús contó, la realidad puede ser mucho más compleja. La vida en Dios o “El Reino de los Cielos”, comienza tan pequeña como un grano de mostaza. De a poco se va desarrollando. La primer manera en la que entramos en la vida de fe, es a través del cariño de nuestros padres. ¿Cómo? ¿No es a partir de que me uní a la iglesia y me bauticé? Yo pienso que no, que Dios siempre nos estuvo hablando e influenciando, solo que anteriormente no éramos conscientes de esa influencia, de ese sostén y de ese crecimiento.

El crecimiento en Dios (espiritual le llaman algunos) es el crecimiento en nuestra capacidad de amar.

Por lo tanto, comienza con las maneras en las que encontramos el amor, de pequeños. Los padres son los primeros representantes del amor divino para nosotros. Lo que ellos hagan con nosotros impactará de manera ineludible en nuestra espiritualidad.

¿Pero no es que nacemos de nuevo y que las cosas viejas pasaron cuando nos bautizamos?

En un sentido sí, y en otro sentido no. El bautismo es solo una expresión pública de que ha habido un proceso de conversión en nosotros. Pero ese proceso de salir de las tinieblas del egoísmo al amor, no comienza con el bautismo. El bautismo no es un acto mágico por el que se instala nuestra capacidad de vivir una vida divina de amor. Es la expresión pública de mi deseo de empezar en un camino.

El Espíritu viene obrando en nosotros desde mucho antes. Y los responsables de que eso fluya bien son nuestros padres. Si les interesa, puedo mostrarles los textos por los que yo infiero eso, entre ellos el que dice que, luego del amor divino, el más semejante y potente es el amor paternal

Ahora, de nuevo, ¿qué tiene todo esto que ver con la depresión? Pues bien, nuestra capacidad para enfrentar los conflictos tiene mucho que ver con cómo nos enseñaron a amar. Y si nos amaron mal, tendremos más problemas para enfrentar los conflictos de la vida y para crecer en el amor hacia Dios y los otros. 

La misión de la vida espiritual es que a través del amor que Dios nos da, vayamos trocando nuestro corazón autodestructivo y egoísta en uno tierno.

Pero así como la semilla crece, nuestro crecimiento en el amor es lento. Y está muy influenciado en cómo hayamos vivido el amor de nuestros padres. Si recibimos autoritarismo, frialdad y exigencia, nos costará más entrar en la lógica del amor de Dios.

Por tanto, pese a ser consagrados y estar en el camino de Dios, ¿podríamos deprimirnos por las falencias afectivas que sufrimos en la niñez? Sí, porque a Dios le toma tiempo transformarnos. Nos costará aceptar el amor de otros y el de Dios en particular. Lleva tiempo. ¿Podría esto traernos depresión? Por supuesto que sí. Y no significa que seas poco consagrado por eso.

4) ¿Y qué de los textos paulinos que hablan de “estar siempre alegres” y del  gozo como fruto del espíritu?

Sin dudas, la alegría y el gozo son muchas veces efecto de nuestro transitar espiritual. Y de alguna manera fluye una corriente de paz y alegría cuando encontramos a Dios. Sin embargo, seguimos viviendo acá abajo, con una naturaleza autodestructiva que superar, con problemas reales en un mundo real. Si bien el Espíritu nos da un gozo que pudimos no conocer antes, puede haber paralelamente dolores, angustias, depresiones. Nuestro error está en creer que hay emociones excluyentes. Se puede tener sentimientos encontrados: por un lado estar feliz de haber encontrado el camino del Amor, y por el otro tener ciertas angustias, al mismo tiempo. ¿Dirías que Jesús estaba mal espiritualmente por angustiarse en el Getsemaní? ¿Dirías que Job estaba mal espiritualmente por llorar a sus hijos? No, ¿verdad?

Esas son algunas de las herramientas que la teología puede aportar a tu comprensión de la depresión. Ahora, ¿qué herramientas puede brindarnos el psicoanálisis acerca de la depresión? Tendrás que esperar al próximo número. ¡Saludos!

Psicoanalista. Diplomada en Género y Teología. Columnista en "La Conversación en Curso". Columnista en "Reisyt". Desde su web difunde una mirada crítica hacia las religiones, la fe y la ideología occidental, apostando por la búsqueda de una fe orgánica y descolonizadora. Argentina.

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